La chica mecánica es una gran novela de ciencia ficción. Puede parecer que es una definición demasiado corta, pero teniendo en cuenta que en los últimos años se han dado grandísimas novelas con recursos y argumentos propios de la CF, pero que nacían, por así decirlo, fuera del género, en una revisión, o nuevos usos, por parte de autores tan conocidos como Cormac McCarthy con La carretera, por poner un ejemplo.
La chica mecánica merece una consideración especial por ser una obra de género, creada a partir de una tradición consciente, sobre los hombros de autores como Gibson o Brunner, elaborando una variante de ese cyberpunk hoy prácticamente agotado, que podríamos llamar biopunk y que es un género en auge. Lo que hace grande a La chica mecánica es la proyección social, muy al estilo Brunner de Todos sobre Zanzíbar, y la recreación de un escenario exótico como es esa Tailandia entre dos mundos, el agresivamente desarrollado y el ludita, que clava perfectamente como en una novela de Le Carré.
De hecho, el argumento no es el sumun de la originalidad, pero lo importante es el desarrollo que hace el autor. En un mundo sin petróleo, las grandes corporaciones dedicadas a la investigación biológica se han especializado en la producción de alimentos. La aparición de nuevas plagas ha diezmado la variedad de especies vegetales y las semillas resistentes a las enfermedades se pagan a un precio muy alto y, debido a que son estériles, tan sólo sirven para una cosecha. Esto, por raro que pueda parecer, es un ejercicio de proyección más que realista, puesto que corporaciones como Monsanto ya son dueñas de la mayoría de semillas que se usan en la agricultura de todo el mundo y los productos transgénicos están a la orden del día.
El apartado que nos lleva a una ficción más avanzada estriba en la aparición de neoseres, creaciones genéticas similares a especies reales, como gatos, mariposas o incluso seres humanos. La chica mecánica -o «chica de relojería» en una traducción más ajustada, aunque poco atractiva- del título es uno de esos neoseres, condenada a movimientos forzados, automáticos, para delatar su verdadera naturaleza artificial.
Si juntamos esto con un escenario de revueltas y espionaje, intereses económicos, relaciones sentimentales e incluso religiosas, obtendremos un vistazo superficial de La chica mecánica, interesante y elaborada novela, aunque, como punto negativo, se pierde en algunos capítulos entre diálogos que repiten las ideas que ya han quedado marcadas con anterioridad, un pecadillo menor que apenas molesta.
Bacigalupi utiliza un estilo seco, sin alardes, en una obra de carácter coral en la que define sus personajes con gran habilidad sin caer en el estereotipo de buenos y malos y que le permite llevar la novela con fluidez, aunque sin caer en el cliffhanger continuo que usa, por ejemplo, George R. R. Martin en Canción de hielo y fuego.
En resumen, un libro que ha ganado los premios más importantes de la ciencia ficción en Estados Unidos, como el Hugo o el Nébula, y que hará las delicias de los aficionados al género, situándose como una de las mejores novelas de los últimos años.
Paolo Bacigalupi
La chica mecánica