¿Dottore Montalbano?
¿Sí?
Acabo de leer la última novela en la que sale.
Ya. No está mal. Aunque Camilleri parece empeñado en llevarme por el camino de la amargura.
No se queje, dottore, que la situación con Livia es dura, pero menos que en Ardores de Agosto. Usted ya me entiende.
No, no le entiendo. Y si no quiere usted acabar en el calabozo haría bien en no mencionar lo que pasó en ese libro.
De acuerdo. En Las alas de la esfinge se ha enfrentado, de nuevo, a un asesinato.
Sí. Un chica guapa, joven. Una lástima. Además, con todo ese circo que se monta en Sicilia en cuanto preguntas a un cura, casi no puedo ni resolver el caso.
Se refiere usted a la Fundación Buena Voluntad.
Exacto, pero permítame que no hable mucho de ellos por no adelantar la historia.
Comprendo.
Camilleri ha tenido la decencia de darme un par de recetas nuevas y no fastidiarme demasiado con el calor. En eso hemos salido ganando, la verdad. Además, con la doble trama que me da con un secuestro por aquí, el asesinato por allá, que no hay pescado en la trattoria…
Y ya no está usted tan joven como antes.
Oiga, sin ofender. Que aunque me guste tomar un poquito de vino en las comidas, todavía puedo enseñarle un par de trucos a cualquiera que se crea demasiado listo.
Pero si puede evitarlo…
Mejor, claro. Tampoco hay que exagerar las cosas. Todo a su tiempo.
Pues nada, dottore, le dejo a la espera de nuevos casos.
Gracias. ¿Se queda a comer?
Bromas aparte, Las alas de la esfinge es el decimoquinto libro publicado con el Comisario Montalbano como protagonista. Camilleri sigue por un lado su vida personal, ajetreada como siempre, y sus andanzas culinarias, en las que sigue el ejemplo de su inspirador, Vázquez Montalbán.
En este libro de Camilleri se respira el mismo ambiente de los anteriores, la ausencia de un malvado enemigo, una amenaza para el protagonista, como parece ser la nota imperante en la mayoría de novelas negras y criminales que están apareciendo. Montalbano sólo corre el peligro de atragantarse con el hueso de una aceituna negra, pero no le hace falta más. Camilleri crea una historia corta, la viste de Sicilia y nos deja husmear un rato, justo el que quiere. Sin embargo… queda una sensación de rutina, de calma antes de la tempestad. ¿Me espera una gran historia de Montalbano en la pila de lectura? Espero que sí, Camilleri tiene material de sobra para conseguirlo.
Las alas de la esfinge