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El oficio del escritor en Argentina

AutorGabriella Campbell el 5 de junio de 2011 en Divulgación

Escritor anciano

A diferencia de tantas otras profesiones, la labor de ocho (o más) horas diarias dedicadas al acto de escribir es, raramente, considerada un oficio. El hecho de definirse uno mismo como escritor casi nunca implica que se gana la vida mediante la literatura creada por uno mismo. Si evaluamos los ingresos y la agenda de muchos de los que consideramos escritores, de aquellos que han alcanzado la meta tan deseada de ganarse la vida mediante su arte, habitualmente nos encontramos con que la mayor parte de su beneficio económico se obtiene de actividades más relacionadas con la fama y el prestigio que de derechos de autor o de pagos directos por su ejercicio literario. Generalmente, un escritor reconocido obtiene la mayor parte de su compensación económica gracias a tertulias, puestos de jurado en concursos, docencia, conferencias, etc. Sólo los pocos afortunados que están realmente en la cúspide pueden sobrevivir, e incluso vivir holgadamente, con la remuneración por sus obras.

El oficio como tal, aunque implique el mismo trabajo y esfuerzo que cualquier otra profesión, rara vez está reconocido. Es por esto que el gobierno argentino está considerando seriamente ofrecer una pensión especial a sus escritores, que de otra forma no tendrían ningún tipo de compensación económica una vez jubilados. Argentina siempre se ha sentido, con razón, orgullosa de su producción literaria, y se plantea proteger a sus escritores, ya que de muchas maneras protege así a sus propios intereses. Los escritores de más de 60 años que puedan acreditar que han publicado un mínimo de cinco obras (no autoeditadas) podrían recibir un subsidio digno para evitar el lamentable caso de ver morir a buenos escritores en la más absoluta miseria. Uno no puede dejar de preguntarse si esto no podría llegar a ser contraproducente, ya que en un país en que, a pesar de su emergente poderío económico, siguen preocupando el desempleo y las pensiones, podría verse la carrera de escritor como un seguro de jubilación, desequilibrándose aún más la balanza de oferta y demanda literaria, desequilibrio del cual se aprovechan, de manera similar a tantos países, las editoriales, que ofrecen cada vez más publicaciones coeditadas o directamente pagadas por el escritor bajo el disfraz del prestigio que otorga el libro impreso con el resplandeciente nombre del autor en cubierta. De cualquier modo, parece ser que estas pensiones se otorgarán sólo tras un estricto análisis llevado a cabo por un jurado especializado, como ya se lleva haciendo desde el 2009 en la ciudad de Buenos Aires, donde varios escritores residentes presentaron su solicitud de pensión cuando la ley se comenzó a aplicar en la capital. De seguir así, esta medida, hasta ahora aplicada en la ciudad principal de Argentina, podría llegar a tomarse también en el resto del país, o por lo menos así ha informado el diario Clarín, dando la noticia que ha sido recogida por los más importantes periódicos del resto del mundo. Parece ser que la iniciativa, por lo menos la que se aplicó inicialmente en la capital, lleva intentando llevarse a cabo desde el 2003.

Como sabemos que tenemos lectores hispanohablantes desde todos los rincones del mundo, animo a nuestros lectores argentinos a expresar su opinión respecto a esta medida. ¿Consideran que esta medida beneficiará a la sociedad argentina o se trata de una inversión de recursos que podrían emplearse de manera más productiva en otro sector?

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