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¿Libros gratis como forma de promoción?

AutorVíctor Miguel Gallardo el 27 de febrero de 2011 en Opinión

American Gods, Neil Gaiman

Reconozco que este es un tema que me interesa especialmente, el de si es posible que la distribución de forma gratuita de elementos de la industria cultural (llámense libros o películas, sobre todo) a través de Internet puede suponer, más que un perjuicio, todo lo contrario, una ventaja competitiva o incluso un acicate para el consumo. Antes de nada tengo que especificar a qué me refiero al mencionar el término de “industria cultural”: estoy hablando de aquellas expresiones culturales que son reproducibles de forma mecánica. Es ésta una simplificación absurda del verdadero significado del término, lo sé, pero creo que es la más comprensible, ya que da a entender que una película o un libro, al ser reproducibles al 100%, forman parte de esta entelequia que yo he llamado “industria cultural”, en contraposición a hechos culturales únicos e irreproducibles (al menos en su totalidad) como pueden ser obras de teatro, espectáculos de danza u obras pictóricas.

Las industrias culturales son, de entre todas las manifestaciones culturales existentes, las más lucrativas, y es obvio que la razón es que pueden reproducirse hasta el infinito sin que la intencionalidad (y la calidad) de la obra se resienta, lo que les confiere un valor económico intrínseco del que carecen otras expresiones artísticas.

Los libros, pues, como elementos reproducibles de forma mecánica, se han convertido en una mercancía de fácil distribución. La piratería está haciendo estragos en la literatura, como antes lo hizo con las obras cinematográficas o musicales. Esto, que es un hecho constatado, ¿es intrínsecamente negativo? Algunos autores consolidados como Neil Gaiman así lo pensaban, pero los hechos les hicieron replantearse sus ideas preconcebidas. Gaiman, vinculado no sólo al mundo de la literatura sino también al del cómic (y al de la música, debido a su relación sentimental con Amanda Palmer) era un firme detractor de la distribución gratuita de obras a través de la red. Sin embargo, se atrevió a dar un paso adelante y permitió que su novela American Gods estuviera durante varias semanas disponible gratuitamente en Internet. El resultado de la experiencia le sorprendió: el libro no sólo no se vendió menos, sino que triplicó las ventas estimadas, al tiempo que se multiplicaron los pedidos de otras obras de Gaiman. Según él, la posibilidad de poder leerle de forma gratuita (y legal) posibilitó que muchas personas que de otra forma no hubieran tenido la posibilidad de acercarse a su obra le conocieran, ampliando el mercado de una manera impensable.

Ya en España, el desconocido autor Bruno Nievas, tras muchos intentos para que su novela Realidad aumentada se editara de forma tradicional, decidió colgar su obra en la Red. Tras unas pocas semanas la novela acumula, a día de hoy, más de treinta mil descargas, número que sigue subiendo de forma espectacular día tras día. Más allá del altruismo que se presupone a muchos autores, que públicamente opinan que prefieren ser leídos a comprados, hay que decir que Nievas ha convertido su novela en un auténtico viral, demostrando que Internet sirve para algo más que para el intercambio de archivos prohibidos y el porno. Sí, la cultura (en este caso la literatura) también puede beneficiarse de la gratuidad y facilidad de uso de la Red de Redes, y ¿quién sabe cuantos ejemplares de su novela podría vender Nievas ahora mismo aunque su novela esté disponible de forma gratuita?

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