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La prisionera de dos dictadores

AutorVíctor Miguel Gallardo el 13 de febrero de 2011 en Divulgación

Archipiélago Gulag

«Cuando se roen los huesecillos de un murciélago en descomposición, se bebe el caldo hecho con cascos de caballos muertos, se fuman ¿cigarrillos? de estiércol o se ve a un médico tomarle el pulso a un prisionero y asegurar a los funcionarios que puede soportar unos pocos minutos más de tortura, cuando se conduce a un hombre a determinadas situaciones, ese hombre queda ya eximido de todo deber con sus semejantes» (Archipiélago Gulag, Alexander Solzhenitsyn)

Durante todo el siglo XIX y principios del XX la Rusia zarista se vio metida de lleno en múltiples conflictos bélicos, desde las guerras napoleónicas hasta la guerra contra Japón pasando por varias guerras con el Imperio Otomano. Luego, en plena I Guerra Mundial, la Revolución soviética hizo dar al colosal estado multiétnico un giro en todos sus planteamientos. Pero con la Revolución llegó también la Contrarrevolución y, lo que es más importante, el miedo a la misma. Si ya bajo el mandato de Lenin se intuían ciertos comportamientos en parte heredados del rancio sistema policial zarista (la Cheká, futura NKVD, no hizo sino repetir y perfeccionar sistemas ya usados por el anterior régimen), bajo Stalin la represión y purga de elementos discordantes tomó proporciones gigantescas.

Desgraciadamente el siglo XX ha sido una época de grandes purgas. A la URSS estalinista hay que añadir regímenes fascistas como el nazi alemán, y otros países socialistas, tales como China (Revolución Cultural) y la Camboya de Pol Pot, que también practicaron en mayor o menor medida este tipo de políticas de exterminio. Paralelamente a las purgas se desarrollaron programas de trabajos forzados, reasentamiento, reclusión, etc. La Unión Soviética y sus gulag son seguramente las más importantes cuantitativamente hablando, y fueron perfeccionados y altamente especializados. Así, hubo campos de trabajos forzados especiales para científicos supuestamente disidentes (o contrarrevolucionarios), campos para madres con sus hijos, campos para familiares de traidores a la patria, etc.

Precisamente en uno de estos últimos estuvo internada Margarete Buber-Neumann, esposa de un importante miembro del Partido Comunista Alemán. Con la llegada de los nazis al poder el matrimonio abandonó Alemania y pasó a la Unión Soviética, aunque también formaron parte del aparato del partido en Francia y España. Finalmente el marido, Rafael Buber, cayó en desgracia y fue asesinado durante la Gran Purga de 1936-1938. Ella fue enviada a un campo de trabajo soviético, en donde sobrevivió a duras penas. Sin embargo, en agosto de 1939 los soviéticos y los nazis firmaron un pacto por el cual muchos prisioneros de origen alemán fueron repatriados. Como antigua comunista, Margarete Buber-Neumann fue internada inmediatamente en el campo de concentración de Ravensbrück, en donde permaneció hasta su liberación en abril de 1945. Tal y como relató posteriormente en su libro “Bajo dos dictadores: El prisionero de Stalin y Hitler“, publicado en 1948, parece ser que tuvo mejor fortuna en este segundo campo, dado que era alemana, aria, y había renunciado al comunismo años atrás. Su libro levantó ampollas en los partidos comunistas de Europa Occidental, especialmente en el francés, que había acusado al disidente soviético Victor Kravchenko de haberse inventado una serie de calumnias para desprestigiar al régimen de la URSS. Sin embargo, con el testimonio de Buber-Neumann quedó claro que no había nada de fantasioso en los relatos sobre los gulags.

Habría que esperar hasta 1973 para que Alexander Solzhenitsyn publicara Archipiélago Gulag, obra redactada veinte años antes. Lo hizo casi obligado por las circunstancias, ya que el libro había caído en manos de la KGB, ya que hasta entonces había evitado su publicación por miedo a las represalias. Tal y como él dijo públicamente:

Mi obligación con aquellos que seguían vivos sobrepasaba mi obligación con los muertos

Archipiélago Gulag es una obra imprescindible para conocer de primera mano parte de la más triste historia del siglo XX.

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