Novela para jóvenes adultos, Los juegos del hambre fue uno de los grandes éxitos del año 2010, logrando generar un gran movimiento de seguidores a su alrededor.
Los juegos del hambre es una trilogía dedicada a un público juvenil pero que ha recibido numerosos halagos desde lectores adultos, alabando su calidad y recomendándola para aficionados al género fantástico sin importar su edad. La verdad es que, con esas críticas previas, comencé a leer con ganas, quizá con expectativas demasiado altas para lo que ofrece el primero de los libros.
El planteamiento no está nada mal: un mundo distópico en el que desde un gobierno central se gobierna el planeta a golpe de represión, dividiendo a la población en 12 sectores cada uno de los cuales se especializa en un tipo de producción (agricultura, pesca, minería…). En el Distrito 12 nos encontramos con Katniss, una joven dotada para la caza con arco y con una fuerte personalidad que se verá arrastrada a disputar los Juegos del hambre, una cruel competición entre los distritos en la que sólo puede haber un superviviente.
El inicio del libro promete, con la presentación de personajes y mientras la autora explica las particularidades del mundo. Es en este tipo de narración donde Suzanne Collins destaca, donde se muestra más cercana y avanza en la trama. Sin embargo, en cuanto comienza la preparación y el desarrollo de los juegos, la autora se recrea demasiado, tanto en los pensamientos de Katnis, y del resto de sus compañeros, como en la lucha propiamente dicha. Da la sensación de que lo que podría haberse contado en cinco capítulos dura un libro entero, sin aportar nada más que sufrimiento sobre sufrimiento y muerte tras muerte, con la facilidad que confiere eso para enseñarte personajes interesantes para luego acabar con ellos con crueldad.
Como primera parte de una trilogía se puede perdonar que la trama quede inconclusa y completamente abierta tras demasiadas páginas perdidas en una larga y truculenta batalla, pero, desde luego, no es un libro redondo en su estructura. Termina con un gran gancho -o cliffhanger-, ideal para atrapar al lector y hacerle leer la siguiente parte, En llamas, donde, como ya comentaremos más adelante, nos vamos a encontrar, simple y llanamente, con más de lo mismo.
De alguna forma, quizás no es más que una sensación, Los juegos del hambre recuerda a El juego de Ender -no en temática, por supuesto-, pero sí al tratar al héroe adolescente que no quiere ser un héroe, que se ve lanzado en contra de su voluntad a un juego sangriento y del que no puede escapar. Claro que Orson Scott Card resuelve en muchísimas menos páginas lo que Collins tan sólo empieza a apuntar aquí.
En resumen, un buen libro juvenil que logra transmitir fuertes emociones y que encandilará a los que busquen grandes y sentidas emociones, pero cuyo desarrollo argumental es bastante predecible y, en mi opinión, se alarga sin aportar nada a la historia.
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(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.