Con Réquiem alemán, Philip Kerr cerró la Trilogía de Berlin Noir aunque años más tarde recobraría el personaje de Bernie Gunther para publicar nuevas historias ambientadas en el Berlín los años 30 y 40.
Si en Pálido criminal dejamos la situación política al borde de la Segunda Guerra Mundial, con Bernie Gunther de nuevo en la policía berlinesa bajo el mando de Arthur Nebe, en Réquiem alemán saltamos la contienda bélica y nos encontramos en el Berlín inmediatamente posterior a la guerra, dividido entre las fuerzas de ocupación soviéticas y las aliadas.
¿Cómo ha pasado la guerra Gunther? ¿Qué ha sucedido en esos años que el autor ha decidido pasar a una larga elipsis? Bastante, la verdad. Con sólo mencionar que los cargos policiales alemanes son automáticamente trasladados a las SS y que Gunther acaba en un campo de concentración ruso antes de escapar y volver a Berlín, ya nos podemos poner en situación.
En Réquiem alemán, Gunther viaja a Austria, a la Viena dividida en sectores en la que callejón tras callejón se esconden mentiras y conjuras, un lugar en el que se verá obligado a entrar en un juego que le supera en numerosas ocasiones. Tenemos una historia que se aleja más de la novela negra que habíamos visto en Pálido criminal para entrar en una novela más cercana al espionaje, con esa Viena que todos hemos visto en El tercer hombre y en la que soviéticos, americanos y alemanes juegan al despiste y a la encerrona.
Kerr sale airoso de ese acercamiento al género favorito de autores como Le Carré, aunque es cierto que la ambientación noir, pulp en ocasiones, sigue marcando la estructura de la novela, inmersa en esas nieblas que tanto le gustan al autor. Lo que deja claro en la evolución de la personalidad de Gunther es su odio absoluto por los soviets -no es de extrañar, visto lo que le hacen durante la guerra- y su desconfianza por los americanos, que ofrecen con una mano la libertad y con la otra hacen pactos con la antigua Gestapo.
En definitiva, una novela en la que se pasa de puntillas sobre la guerra y que no deja cerrado en absoluto el futuro de Bernie Gunther con el que Kerr consiguió el premio RBA de novela negra. Un libro entretenido y adictivo que consigue, como sus anteriores entregas, dejar con ganas de más.
Bernie Gunther