–Algunos escritores no tienen mucha suerte a la hora de publicar sus obras, aunque éstas luego se conviertan en clásicos de la literatura. En el caso de Herman Melville y Moby Dick, fue un desastre tras otro. Primero, sus editores británicos cambiaron el título del libro sin su consentimiento (por razones de márketing decidieron llamarlo “La ballena”. Por otro lado, cuando Melville les envió el manuscrito, la última página acabó aplastada e ilegible, de tal forma que no llegó a imprimirse. Así, la obra se publicó sin su final, y el libro obtuvo numerosas críticas de especialistas que se mostraron descontentos con su final abrupto. Pasaron varios años antes de que los lectores británicos se enterasen de que Ishmael sobrevivía al ataque de la ballena blanca.
Tampoco tuvo mucha suerte en Estados Unidos. La nave donde se imprimía la obra se incendió dos años después de la publicación inicial, perdiéndose las planchas y miles de libros no vendidos. El editor se negó a crear planchas nuevas ni a compensar a Melville. En total, durante toda su vida, el autor sólo vendió 3800 copias de un libro que hoy en día ha vendido millones.
-Rudyard Kipling se mostró muy agradecido con la enfermera que había cuidado de su hijo primogénito. Le regaló un manuscrito, diciéndole que si algún día necesitaba dinero posiblemente podría obtener algo de dinero con su venta. Varios años más tarde, efectivamente, la enfermera lo vendió, y pudo vivir el resto de su vida de la venta. Kipling le había regalado el manuscrito original de El libro de la selva.
-A Edgar Allan Poe nunca le faltaron empleos, gracias a su gran talento como escritor y redactor, pero los perdía con gran facilidad debido a su alcoholismo. Siempre andaba escaso de fondos, y su aspecto dejaba mucho que desear, tanto que cuando presentó su poema El cuervo a la revista Graham’s Magazine, rechazaron el poema, pero les dio tanta lástima que iniciaron una colecta para darle algo de dinero. En total consiguieron 15 dólares. Cuando finalmente consiguió vender su poema, al New York Mirror, sólo le pagaron 10.
La penuria económica acompañó siempre a Poe. Con 17 años, recién matriculado en la Universidad de Virginia, perdió apostando todo el dinero destinado a mantenerlo durante el curso, y en poco tiempo debía más de 2500 dólares. Se pasó el semestre entero completamente borracho, pero aun así consiguió las notas más altas en sus exámenes.
-Durante la era dorada de Hollywood, los productores andaban locos por conseguir guiones para sus películas, recurriendo a autores populares sin molestarse realmente en averiguar algo sobre ellos. Así, un productor quiso contratar a Goethe (1749-1832) como guionista, y otro intentó entrevistarse con Robert Louis Stevenson (1850-1894). Otro intentó ponerse en contacto con William Makepeace Thackeray (1811-1863), halagando su obra Henry Esmond y ofreciéndose a comprarle los derechos para una adaptación cinematográfica. El editor a cargo de sus derechos en aquel momento, Bennett Cerf, le envió una rápida respuesta, asegurándole que el autor precisamente estaba en ese momento trabajando en un emocionante “thriller”, que se llamaría La feria de las vanidades. Estos casos no son propios sólo de aquella época; no hace tanto, tras la producción de la película basada en Sentido y sensibilidad, un agente preguntó si la señorita Austen estaría disponible para una entrevista. Con todo, teniendo en cuenta la reciente invasión de títulos estilo Orgullo y prejuicio y zombies, no podemos descartar la posibilidad de dicha entrevista.