Cuando Bill Watterson creó a Calvin y su inseparable amigo tigre Hobbes no podía tener en mente que acababa de conseguir uno de los referentes de la cultura popular más reconocibles de su época. Calvin es un niño de seis años y, como tal, es preguntón, soberbio, escatológicamente desagradable, pero, sobre todo, muy imaginativo.
Calvin recibe su nombre del teólogo Calvino y Hobbes del filósofo inglés Thomas Hobbes, siendo esta una clara declaración de intenciones: no estamos ante un tira cómica al uso, los personajes, las situaciones, las referencias literarias o culturales en general, son usados por Watterson para ofrecer su visión del mundo. Porque la inocencia de Calvin es, muchas veces, cruel y despiadada, y sus mundos imaginarios no son más fantásticos que algunos dogmas adultos. En palabras del propio autor: “No querría tener a Calvin en mi casa, pero en el papel, me ayuda a sortear y entender mejor mi vida.” Hobbes, por su parte y además de ser un gran compañero de juegos, siente un gran orgullo en no ser humano.
Al contrario que en otras tiras protagonizadas por niños, con Calvin sí conocemos a sus padres que, aunque sean figuras de autoridad y realidad frente a la mente de hiperactiva del niño, su sentido de humor lleno de sarcasmo son un contrapunto perfecto: aparte de no poder dejar de sentir empatía con ellos. Otros personajes importantes son Susie, compañera de clase de Calvin, la señora Carcoma, la maestra que debe sufrirlo en clase o la canguro Rosalyn.
Es conocida la negativa de Watterson de crear productos derivados de sus tiras, a la manera de Peanuts, desde una postura anticomercial que, si bien es loable por su coherencia, no ha dejado de fastidiar a muchos de sus fans, coleccionistas como somos de iconos culturales en forma de figuritas, pósters o camisetas. (¿Quién hubiera podido resistirse a regalar un Hobbes de peluche a cada sobrino o hijo del vecino?)
Calvin y Hobbes hicieron su primera aparición pública el dieciocho de noviembre de mil novecientos ochenta y cinco y durante diez años los personajes creados por Bill Watterson acudieron a su cita diaria con sus seguidores en multitud de diarios y revistas, donde sigue apareciendo regularmente. También podemos encontrarlo en alguno de los dieciocho volúmenes recopilatorios, con nombres tan sugerentes como Felino maníaco homicida o El ataque de los monstruosos muñecos de nieve mutantes, que contiene uno de los temas recurrentes más exitosos y divertidos de Calvin.