Para quienes no conozcan a Rafael Marín habría que decir que hablamos de una de las figuras claves de la ciencia ficción en los años 80 y 90, autor de novelas tan conocidas como Lágrimas de luz, La leyenda del navegante o su más reciente Juglar.
Marín, además de un gran novelista, cultiva el relato con singular precisión, aunque cada vez son menos los sitios en los que publicar literatura fantástica de manera profesional debido a la desaparición de la mayoría de revistas en papel, como Asimov, Artifex, Solaris o Gigamesh. Hacía mucho tiempo que no podíamos disfrutar de las piezas cortas de Marín, creo, si la memoria no me engaña, que su última antología fue Unicornios sin cabeza, publicada en la mítica colección de Ultramar en 1987.
Hay que alabar la valentía de la editorial AJEC a la hora de preparar este volumen de relatos, ya que hoy en día, según se dice, es casi un suicidio publicar antologías de cuentos y más si no tienen una «identidad temática» determinada. La portada es muy sugerente y no desmerece en absoluto a los relatos; estamos, pues, ante un libro muy interesante
La antología presenta varios de los cuentos de Marín a lo largo de los últimos años, con algunos de sus relatos más conocidos, como Bibliópolis, La piel que te hice en el aire o La sed de las panteras. Todos presentan la conocida habilidad técnica del autor, cuya vertiente cercana al terror, o a una cierta inquietud, no se ha prodigado como en la ciencia ficción o en la fantasía, aunque algunos esperemos la publicación de una novela completamente de género.
En cuanto a los relatos que forman la columna vertebral de la antología habría que señalar tres, Una canica en la plamera, El último suspiro y Son de piedra, quizá los más adscritos desde un principio al terror. El resto de cuentos es más completista, con curiosidades como A veces corren, un guiño zombie, o That’s all right, mama, un minicuento.
Sin duda, un libro de gran calidad y que nos da una oportunidad para conocer la obra corta de Marín, necesaria para cualquiera interesado en conocer el género fantástico escrito en castellano, lejos de la literatura juvenil donde parece haberse refugiado en busca de tiempos mejores.
Rafael Marín
Piel de fantasma