La lista que la ALA realiza con los libros con más intentos de censura en Estados Unidos ha incluido este año a Stephenie Meyer y a Crepúsculo.
De este modo la obra de la autora americana se une a clásicos de la confrontación con las fuerzas más severas de la educación estadounidense, como Tres con tango-la historia de unos pingüinos homosexuales que adoptan a un pingüinito-, o Matar a un ruiseñor, que más de ochenta años después de su publicación sigue levantando ampollas, como El guardián en el centeno o El color púrpura.
Al parecer, la unión de narración sobrenatural -¡Vampiros, brujería! ¡Traed a los perros y empuñad las antorchas!- al sexo (¿?) específicamente dedicado a un público joven, hace de las novelas de Meyer un elemento pernicioso que, a juicio de un buen número de almas preocupadas, no debería estar al alcance de cualquiera. Esto hace que quede claro, una vez más, que los censores de libros ni siquiera se leen los libros que proponen para su prohibición, ya que el contenido sexual de los libros de Crepúsculo es llevado de puntillas por la escritora mormona.
Por lo visto les preocupa también la mezcla de realismo con fantasía, cuya diferencia no queda tan clara como en Harry Potter -a quien también quieren prohibir por ensalzar ¡la magia! que, como todo el mundo sabe, es uno de los caminos que nos llevan a someter nuestra alma al diablo a cambio de poderes sobrenaturales. No lo quiera Dios, claro.
En total, el año pasado la ALA recibió 460 informes sobre intentos de retirar alguno de estos libros de bibliotecas escolares o públicas, lo que supone, menos mal, un descenso notable de los 513 que se registraron en el periodo anterior. La nota negativa, de esos 460 intentos, 81 tuvieron éxito y varios libros fueron eliminados del fondo bibliotecario.
El top de este año se lo ha llevado la autora americana dedicada a la literatura para jóvenes adultos Lauren Myracle, que con sus best-sellers ABLMS + TRD ha levantado ampollas entre la comunidad bienpensante americana. Quizá su mayor peligro es mostrar a la juventud estadounidense como realmente es, algo que muchos de sus progenitores no parecen dispuestos a aceptar.
Otro de los habituales de la lista es Stephen Chbosky, todavía no publicado en español, quien con su The Perks of Being a Wallflower, una obra parcialmente autobiográfica de su vida en la high-school, ha conseguido ya su cuarto año en el top ten de los libros más odiados.
En fin, otro año más de fanatismos absurdos y de prohibiciones de libros, pensando que la gente no puede pensar por sí misma y encontrar sentido y juicio a sus lecturas. Con el tiempo, todos estos censores desaparecerán en la historia y no serán más que manchas. Los libros, por el contrario, permanecerán por siglos.
Vía: The Guardian