Ya hemos hablado otras veces en Lecturalia de que la supuesta imparcialidad política de los medios de comunicación es una utopía. En España, por ejemplo, y dejando a un lado los regionales o locales, los principales diarios de difusión nacional ocupan casi cualquier lugar del espectro político actual. Así, ABC y La Razón representan a la derecha más conservadora, monárquica y de base católica. El Mundo es la voz (o pretende serlo) del centro-derecha liberal. El País, el más vendido de todos los diarios de información general, comparte los puntos de vista del centro-izquierda, definiéndose como un medio de comunicación “demócrata y europeísta”. El último en llegar, Público, sería el más izquierdista de estos cinco diarios, permitiéndose una postura anticlerical y siendo el único que abiertamente ha criticado a la monarquía (muy famosa fue su portada en la que, junto con el rostro en rojo de la reina Sofía, se leía un “¿Por qué no se calla?” nada ambiguo). Público y La Razón son, precisamente, los más amarillistas de estos diarios, seguramente por situarse en los extremos opuestos, aunque por ahora, y aunque se esfuerzan, no llegan a los extremos de Diario16 en sus peores tiempos, periódico que llegó a llamar “hijos de perra” a los etarras que asesinaron a Miguel Ángel Blanco en la portada del día siguiente al brutal e injustificado crimen.
Ignacio Escolar, uno de los fundadores del diario Público y uno de los periodistas más influyentes del país, advirtió que el diario de nueva creación (vio la luz en 2007) no contendría editorial ya que una sociedad anónima no podía permitirse ese tipo de instrumentos de creación de opinión. No obstante, Público sí tiene columnas de opinión. La cuestión del editorial no es baladí: las a veces incendiarias editoriales del director de El Mundo, Pedro Jota Ramírez, son textos periodísticos de gran repercusión que muestran la línea editorial del diario. Ramírez no es nuevo en estos temas: precisamente un editorial suyo en sus tiempos en Diario16 le valió para un despido fulminante. Sin embargo, que El Mundo tenga una política editorial bien definida y su director utilice los editoriales para darla a conocer, al tiempo que Público prescinda de dichos editoriales a cargo de su máximo responsable, que en principio nos podría decir que el diario izquierdista es más plural que el liberal, no supone una característica decisoria: si echamos un vistazo a los columnistas de opinión de uno y otro medio podremos comprobar que existe mayor diversidad de posturas entre los de El Mundo que entre los de Público. Difícilmente podrían coexistir en este último medio columnistas tan dispares como los escritores Antonio Gala y Francisco Umbral (uno de sus “opinadores” más influyentes hasta su muerte) con el periodista liberal Federico Jiménez Losantos (que hace parecer, por comparación, bolchevique a Ramírez) o con Eduardo Mendicutti, que aparte de autor es una de las voces más importantes del colectivo homosexual español.
La elección de personajes públicos como responsables de las columnas de opinión de los diarios, siendo muchos de ellos escritores (Raúl Rivero en El Mundo, Juan Manuel de Prada en ABC o el nuevo Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa en El País, por poner tres ejemplos), suele responder a criterios de afinidad ideológica, criterios que sólo El Mundo ha obviado en parte, seguramente dado el pretendido carácter liberal de su publicación. Dado que los diarios responden a motivaciones económicas bastante claras, y que son las que en última instancia condicionan su posición política, y dado que los columnistas de opinión son elegidos en base a su lugar particular dentro del espectro político español, habría que plantearse hasta qué punto los columnistas tienen libertad para expresar lo que desean para poder acercarse a sus textos con espíritu crítico y no simplemente con la curiosidad de saber qué tiene que contar en determinado día ese escritor/actor/periodista cuya foto nos observa desde el margen superior derecho de la página de nuestro diario favorito.