John Scalzi, con el libro La vieja guardia, nos enseña su particular visión de la ciencia ficción y nos embarca junto a sus protagonistas en una guerra galáctica cercana a obras como Tropas del espacio o La guerra interminable.
Pese a esa comparación inevitable, creo que la obra de Scalzi está más cerca del tono militar usado por Lois McMaster Bujold con sus aventuras de Miles Vorkosigan que del clásico de Heinlein. Hay que tener claro, eso es inevitable, que nos vamos a encontrar con una visión americana del futuro y de cómo se organizan las fuerzas militares: el clásico sargento malhablado y embrutecedor al estilo de La chaqueta metálica, los compañeros «amigos para siempre», los mandos «poco dados a escuchar» y una buena serie de lugares comunes que Scalzi trata a su propia modo.
Narrado en primera persona, La vieja guardia es una novela divertida, con un humor inteligente que se lee en poco rato. Tampoco es que pretenda mucho más, pese a ciertas implicaciones filosóficas sobre la existencia de los cuerpos de los soldados de la FDC y de las Fuerzas Especiales.
En La vieja guardia encontraremos la oportunidad que las Fuerzas de Defensa Colonial ofrecen a aquellos ancianos terrestres cuyos países no pueden participar en la colonización de otros mundos: alistarse para seguir viviendo más años y, con toda probabilidad, morir defendiendo a la humanidad en algún planeta extraño.
En cuanto a los personajes, si exceptuamos al protagonista, muy definido, claro, al narrar él mismo la historia, apenas encontramos un trabajo de profundización en el resto de protagonistas, pero, como te recuerdan varias veces en el libro, lo más probable es que mueran, en este o en alguna de sus continuaciones –Las brigadas fantasma, La historia de Zoë o La colonia perdida-, así que, ¿para qué encariñarse?
La vieja guardia es, en resumen, ciencia ficción de aventuras, divertida, rápida y sin complicaciones que deja con ganas de más. Para aficionados al género.