Lo primero que se le viene a la mente a uno cuando se dispone a iniciar la lectura de La dama del lago es que no se acuerda absolutamente de nada de la historia de Geralt de Rivia, Ciri, Yennefer y Jaskier. Hace tanto tiempo de la última entrega de las andanzas del brujo (tres largos años) que hace falta recurrir a un buen resumen o a releer el volumen, si es que se quiere tener la más mínima idea de lo que está pasando.
Lo cierto es que la edición de este libro no ha estado exenta de problemas. Lo primero que hay que advertir al lector es que se va a encontrar con el último volumen en dos partes (y en dos ediciones, la de Alamut y la de Bibliópolis). Problemas con la traducción, excelente, como siempre, de Jose María Faraldo, ha retrasado durante demasiado tiempo este desenlace. La segunda parte ya no ha sido traducida por Faraldo, que se ha limitado a asesorar al nuevo traductor.
Sapkowski desarrolla el final de la serie de Geralt de Rivia de una manera controlada, de una manera pausada y enlazando con maestría escenas de un universo a otro, de un tiempo a otro, a través de pequeños detalles, logrando hacernos saltar de un grupo de personajes a otro sin que apenas nos demos cuenta.
La historia de Ciri, Yennefer y Geralt se desliza por fin cuesta abajo y va cerrando los cabos sueltos que teníamos abiertos, tanto los necesarios para su correcto final –correcto porque no le tiembla el pulso, pero quizá demasiado previsible- como otros que los personajes, sobre todo Ciri, tenían pendientes.
Es difícil hablar de La dama del lago sin reventar la historia. Sapkowski no se corta a la hora de construir un final clásico y trágico, aunque se suavice un poco con la inclusión de el relato Algo termina, algo comienza, al final del segundo volumen y que sirve como «final alternativo».
Digamos que el autor polaco aclara los misterios de la Antigua Sangre y nos brinda una de las descripciones de batalla medieval más interesantes de los últimos años. Alejado del detallismo exacerbado que ataca a muchos autores de novela histórica, Sapkowski nos relata una de las batallas más cruentas y sucias que recuerdo. ¿Qué nos deja esa gran batalla en la memoria? Pues un alegato en su contra igual de grande.
También tenemos algo habitual en los libros del brujo: la conjura política, las negociaciones entre reinos y sus subterfugios, además de la hermandad de las hechiceras y su ansia de poder y control, según ellas siempre en busca de un bien mayor.
Es mejor, quizás, hablar de la saga en su conjunto. Los libros de Geralt de Rivia han supuesto un soplo de aire fresco en una literatura de fantasía épica muchas veces recargada y falta de personajes con los que poder identificarse. Llena de diálogos memorables, humor negro y un cierto aura de realidad, Sapkowski puede estar contento de su obra al completo, una obra que, por fin, podemos todos disfrutar en su totalidad.
En resumen, un gran broche -pese a la incomodidad de estar partido en dos volúmenes, algo que debería solucionarse en nuevas ediciones- que no decepcionará a ninguno de los que hayan seguido al brujo albino desde sus primeros cuentos.
Andrzej Sapkowski
Geralt de Rivia