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La caída del gigante

AutorGabriella Campbell el 17 de agosto de 2010 en Opinión

Barnes & Noble

Cuando hablamos de la revolución digital del libro, muchas veces no nos damos cuenta de otra revolución, tal vez menos obvia, pero de una importancia suprema: el cambio del establecimiento físico. Se trata de un cambio que todos vivimos hasta cierto punto; a excepción de puntos de venta notables como la Fnac, que ha sabido compaginar el ambiente masificado de un supermercado con la tranquilidad de una librería moderna a la perfección, proporcionándonos espacios innovadores sin perder el gusto por el objeto-libro. Este cambio es el paso del espacio de venta específico, es decir, la librería, a las grandes superficies. Por comodidad, cada vez recurrimos más a estos comercios multitudinarios para obtener todo lo que necesitamos, desde fruta a desodorante, desde macetas a libros. Sí, también libros porque, seamos sinceros, la mayoría de los lectores no busca una edición específica de poesía hindú, sino la última novela de vampiros, la última novela romántica de moda, o la última opinión política repetida una y otra vez a lo largo de 200 escasas páginas de partidismo a fuente 14 e interlineado doble. Y ahí entran nuestros comercios habituales, que sustituyen, con mayor y mayor frecuencia, a las pequeñas tiendas de barrio, a la frutería de la esquina, a la droguería de la tía de nuestra vecina, a la librería pequeña, silenciosa y abigarrada que nos espera, paciente, a cien metros de casa. Sin entrar en cómo está afectando esto a los pequeños negocios familiares en general, concentrémonos por un momento en las librerías, puntos de venta de productos muy específicos que cada vez más son simplemente un artículo más en nuestro carro de la compra. Tampoco entraré en cómo afecta esto a las propias editoriales, que tienen que pagar un porcentaje bastante superior de sus ventas a las grandes superficies que a las librerías, ya que éste sería otro tema digno de un artículo propio.

¿Pero qué ocurre cuando los afectados ya no son los pequeños negocios familiares vendedores de libros? ¿Qué ocurre con las grandes cadenas de librerías? Éstas también sufren las consecuencias de la popularidad de los centros comerciales, y analistas y expertos se han llevado las manos a la cabeza cuando se han enterado de que el gigante librero estadounidense Barnes & Noble se ha puesto a la venta, incapaz ya de sostenerse frente a la competencia cada vez mayor de los grandes hipermercados. No es que Barnes & Noble se haya dejado llevar por la desidia y no se haya adaptado a los nuevos tiempos: tienen su propio punto de venta online donde ofrecen tanto libros físicos como electrónicos, y hasta han producido su propio e-reader, el Nook, al mismo nivel que el Kindle y más barato que el Ipad. Aun así no pueden competir con Amazon y similares, y mucho menos con el gigante Walmart o la ultrabarata Target, por poner dos ejemplos claros. En España sigue existiendo un público fiel a La Casa del Libro, ¿pero cuánto tardará en ser sustituida por Carrefour o Alcampo? Si el gigante e intocable B&N está en dificultades, ¿cómo podrán sobrevivir los pequeños comercios libreros independientes? ¿Y qué oportunidad de supervivencia tendrán los libros de autores desconocidos o de editoriales alternativas? ¿Es la literatura electrónica su único futuro? El tiempo lo dirá, por ahora sólo podremos teorizar sobre todas estas cuestiones que significan, para bien o para mal, un cambio radical en toda una industria.

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