Algunas de las obras de Julio Verne son auténticos clásicos universales. Novelas como “Cinco semanas en globo”, “Viaje al centro de la Tierra”, “De la Tierra a la Luna”, “Los hijos del capitán Grant”, “Veinte mil leguas de viaje submarino”, “La vuelta al mundo en ochenta días”, “La isla misteriosa”, “Miguel Strogoff”, “Un capitán de quince años” o “Escuela de Robinsones” son algunas de las más leídas de la historia reciente de la literatura. Las adaptaciones al cine, a la televisión o al teatro, o en general su influencia en la cultura popular del siglo XX, hablan bien a las claras de la influencia inmortal de las letras del autor francés en el imaginario actual. Algunos de sus personajes son, asimismo, ejemplos claros de cómo puede convertirse un simple personaje de una historia en una celebridad. Porque, ¿quién no conoce, por ejemplo, al capitán Nemo, al profesor Otto Lidenbrock o a Phileas Fogg?
Sin embargo, dada la extensa producción literaria de Verne, resulta impensable que todas sus obras tuvieran tanta repercusión como esa docena que conforman su obra más popular. “Agencia Thompson y Cía” es una de esas novelas más o menos desconocidas. El que se trate de una obra parcialmente apócrifa tampoco ayuda.
La historia de esta novela es muy confusa. Tras la muerte de Julio Verne, su heredero, su hijo Michel Verne, presentó a su editorial un listado de novelas sin publicar de su padre, algunas de las cuales fueron publicadas posteriormente con éxito. En esa lista, sin embargo, no se encontraba esta novela, que sin embargo fue publicada en 1907 (dos años después de la muerte del autor) de forma seriada, en un primer momento, y finalmente conformando una novela. Investigaciones posteriores sugirieron que la novela no pertenecía a Julio Verne, sino a su hijo, aunque finalmente se ha impuesto la teoría de que Verne padre escribió los primeros veinte capítulos, siendo los diez restantes obra de su vástago. Se da la curiosa circunstancia de que el capítulo veintiuno, el primero de los apócrifos, empieza con el barco de los protagonistas abandonando el puerto de La Orotava, en Tenerife. Al menos fue el auténtico Julio Verne el que escribió uno los pasajes en los que los protagonistas visitaban (y de qué forma) las Islas Afortunadas.
Dejando a un margen la polémica por la autoría de la obra, “Agencia Thompson y Cía” es una obra muy divertida que, en un principio, debió llamarse “Un viaje económico”, un nombre seguramente más acertado dado el argumento de la obra: dos compañías londinenses de viajes, la Agencia Thompson y la Agencia Baker, se enzarzan en una disputa para organizar una “Grandiosa excursión a los tres archipiélagos: Azores-Madeira-Canarias” al mejor precio posible, lo que desencadena una guerra de precios en la que, al llegar a un momento concreto, Baker desiste continuar con el viaje asegurando públicamente la imposibilidad, con esos precios, de llevar a buen puerto la travesía.
No se equivocaba la Agencia Baker, por supuesto, pero la Agencia Thomson, a bordo del sufrido buque The Seamow, intentará por todos los medios posibles, que son pocos y muy precarios, ofrecer el viaje pactado a un nutrido grupo de ingleses de alta cuna (y también a un holandés para el que no se cuenta intérprete alguno). Las peripecias del The Seamow son narradas por el intérprete-cicerone de la expedición, un francés llamado Roberto Morgand, al que más le habría valido no saber hablar español y portugués. Lectura muy recomendable, sobre todo en verano, aunque no para aquellos que vayan a embarcar próximamente en un crucero de lujo, no vayan a asaltarles dudas.
Julio Verne
Agencia Thompson y Cía