Calpurnia Tate es una niña de casi doce años la única hija de siete hermanos (tres menores que ella) de una familia acomodada de un pueblo algodonero tejano. Estamos en 1899, va a empezar el nuevo siglo, las noticias sobre inventos y descubrimientos se amontonan en las páginas de los diarios pero, aun así, hay cosas que se resisten a cambiar. Y es que, la curiosidad científica y la aventura del descubrimiento parece cosas muy lejanas en ese lugar del mundo (como tantos otros) y la espabilada Calpurnia, que se dedica a apuntar los animales que ve, se siente bastante sola. Hasta que un día su intento fallido de conseguir El origen de las especies de Darwin de la biblioteca local, le lleva a hablar con su abuelo, un ser huraño siempre encerrado en su laboratorio haciendo experimentos y del que dudaba que supiese su nombre y que le sorprende gratamente: no sólo tiene un ejemplar del libro de Darwin sino que la anima a acompañarlo en su aventura naturalista.
Gracias a su abuelo Calpurnia descubre lo que es el método científico, lo que es la deducción, como recolectar ejemplares,… en un mundo en el que aun existe un grupo que defiende que la tierra es plana, en que los esclavos (la guerra de secesión sigue siendo un recuerdo vivo) han pasado a ser trabajadores mal pagados y donde, si la educación de los niños está muy alejada del conocimiento de la ciencia, peor es la de las niñas donde coser, bordar y andar erguida parecen las bases de su educación.
Por que el problema de Calpurnia no es solo tener una mente científica si no, además, ser chica. A lo largo del libro, que nos lleva desde un caluroso verano hasta año nuevo, vemos como Calpurnia aprende sobre el mundo natural, como su curiosidad aumenta y como también, se va planteando su vida, un futuro que ya parece totalmente decidido por sus padres y la sociedad. Por que en ese mundo tanto los niños como las niñas tienen muy marcado su rol y las niñas no pueden ser científicas (ni independientes) ni los niños pueden llorar por que han matado al pavo de Navidad.
Calpurnia está acompañada en este viaje, además de por su abuelo, por sus hermanos, con sus galanteos y sus gatos, su amiga Lula, que si es la hija soñada por cualquier madre en ese momento, sus padres o Viola, la cocinera negra que intenta enseñar, infructuosamente, a Calpurnia los secretos de la cocina.
Hacía tiempo que un libro no me atrapaba de esta manera y, además, sin asesinatos o misterios fantasmales. Si bien se trata de un libro juvenil y con marcado carácter didáctico (no hay que olvidar la ola de creacionismo que asoló los Estados Unidos y que aun siguen padeciendo en parte del sistema educativo) la forma en que Jacqueline Kelly lo ha escrito, amena pero muy cuidada y la cuestión de fondo, el papel de la mujer en la sociedad y la propia razón, dos temas que deberían estar más que superados y que, lamentablemente, continúan siendo discutidos en lugares y tiempos supuestamente civilizados.