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Ezra Pound, el poeta de Mussolini

AutorVíctor Miguel Gallardo el 23 de julio de 2010 en Divulgación

Ezra Pound

Pocos autores del siglo XX han sido tan controvertidos como el estadounidense Ezra Pound, ya no sólo por su literatura sino, principalmente, por sus convicciones políticas. Si ciñéndonos a lo estrictamente literario hay que decir que Pound fue uno de los poetas más importantes de su generación, y uno de los primeros en introducir con éxito el verso libre en textos amplios, políticamente fue un personaje más que comprometido con sus ideas, algo que le valió ser vilipendiado por sus compatriotas una vez terminada la Segunda Guerra Mundial.

No obstante, Pound tuvo relativa suerte: fueron bastantes los autores, muchos de ellos políticamente opuestos a él, que intercedieron tras la guerra para que Pound, durante su juicio por traición en Estados Unidos, no fuera condenado a la pena de muerte. Finalmente la defensa consiguió que Pound fuera considerado un demente, lo que le salvó de la pena capital. A cambio pasó más de una década recluido en una institución mental, volviendo tras su alta médica a su amada Italia, en donde hoy día sigue siendo una figura plenamente admirada de la extrema derecha, existiendo incluso una agrupación de voluntarios fundada a principios de esta década denominada Casa Pound, de carácter neo-fascista (de hecho son considerados “okupas” de derechas), que promueve iniciativas contra la pérdida de viviendas tras impagos de hipotecas y ayuda a familias italianas que han perdido su casa, entre otras actividades.

Ezra Pound se habría sentido orgulloso, desde luego, al repasar el ideario de Casa Pound y de otros grupos afines del nuevo fascismo italiano tales como Radio Bandiera Nera, más que inspirados en las teorías políticas y económicas que convirtieron en importantes a Benito Mussolini y al fascismo italiano. Nacido en Idaho en 1885, se trasladó al Reino Unido a principios del siglo XX, llegando a convertirse en el secretario personal de William Butler Yeats. De hecho, fue Pound el que consiguió interesar a Yeats en la literatura asiática, una literatura que Pound devoraba: fue un importante traductor, y también muy criticado ya que, según muchos, no dominaba a la perfección los idiomas que traducía, por lo que fueron constantes las omisiones o los cambios de significado. Después del Reino Unido pasó a Francia en los años 20, donde tuvo contacto directo con las vanguardias. Tras su llegada a Italia todo empezó a cambiar: apoyó decididamente la política de Mussolini y empezó, algo extraño en él hasta entonces, a ser un decidido antisemita. Su colaboración con el régimen fascista fue más o menos clara dependiendo de la fecha. Durante la guerra fueron muchos sus artículos propagandísticos (ya antes de ella había usado su influencia en ciertos círculos culturales estadounidenses para advertir de que el peligro que podía venir de Europa no era el fascismo), pero cuando Italia cayó y se proclamó la efímera República de Saló, sus esfuerzos no decayeron, permaneciendo fiel al Duce hasta el final de la guerra en Italia, cuando tras ser detenido por los partisanos y liberado por ser un individuo que no les interesaba se entregó a las tropas estadounidenses.

Aún faltaba un tiempo para su juicio por traición, pero el tiempo en que fue recluido en un campo de prisioneros en Pisa no fue en balde: fue allí donde escribió buena parte de sus Cantos Pisanos, que dentro de la numeración de esta obra inconclusa y monumental que son Los Cantos conformarían los capítulos que van del 74º al 84º. Para muchos es una de las obras más importantes ya no sólo de Pound, sino de la poética mundial del siglo XX, en una amalgama temática que va desde la justificación económica de la guerra que se avecinaba (tomando como referencia una conversación acaecida en 1939) como los recurrentes temas mitológicos. Luego vendría su juicio, su reclusión y su vuelta a Italia, donde permanecería hasta su muerte en 1972. Se puede estar o no de acuerdo con muchas de las motivaciones de sus obras, pero obviar por cuestiones ideológicas a uno de los mayores genios de la historia de la literatura sería un error por parte de cualquier lector que se precie de serlo.

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