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Los cinco libros de Moisés

AutorVíctor Miguel Gallardo el 19 de julio de 2010 en Divulgación

Moises

Si dentro de la Biblia hay libros que puedan ser considerados importantes y que hayan influido en las sociedades cristiana y judía (y, en menor medida, en el Islam), estos son sin lugar a dudas los cinco primeros, el denominado Pentateuco, conformado por los textos que, en la tradición cristiana, son conocidos como Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Dentro de las tres categorías de libros que se han fijado para la Biblia (libros históricos, sapienciales y proféticos) estos cinco son, técnicamente, históricos, aunque habitualmente, y dada su importancia, se les suele encuadrar en una categoría separada y exclusiva para ellos. Esto responde a la propia naturaleza de los textos, que narran la historia de la humanidad desde su creación hasta la muerte de Moisés. Es el mismo Moisés al que se atribuye la elaboración del Pentateuco, y son estos los libros más importantes para el judaísmo y los que integran la Torá. Para los judíos la Torá es “la Ley”; para los cristianos se suele utilizar el término “ley mosaica” o “ley de Moisés”. La influencia de estos cinco controvertidos libros en ambas religiones es indudable.

Se podría decir que la práctica totalidad de las teorías judeo-cristianas más controvertidas desde el punto de vista científico e histórico aparecen en los cinco libros escritos supuestamente por Moisés: el creacionismo, teoría ya superada excepto en círculos extremistas (y que incluso es considerada como “metáfora” por varias iglesias, entre ellas la católica), queda explícito en el primero de los libros, el Génesis, a través de la archiconocida historia de la creación del mundo, de los animales y plantas que lo pueblan y, en última instancia, del ser humano, todo ello de la mano de un mismo ente (Dios) y en un tiempo récord, lo que supuso un grave problema a investigadores de siglos posteriores, que difícilmente pudieron casar la teoría de la creación recogida en la Biblia con los descubrimientos científicos y arqueológicos que demostraban que el hombre, si bien no viene del mono (como habitualmente se cree), sí posee un tronco evolutivo común con algunas especies de primates, en especial los llamados grandes simios. El creacionismo sigue siendo la teoría oficial acerca del nacimiento de la raza humana para millones de personas en todo el mundo.

El Génesis no habla solamente de la creación, desde luego, y allí podemos encontrar las historias referentes a Abraham, Jacob y José, entre otras, que hacen referencia (sumadas a la de Adán y Eva) a la Promesa, la Elección (del pueblo judío como escogido por Dios) y la Alianza entre Dios y los judíos. El Génesis, que evidentemente no fue escrito por Moisés y que con seguridad recoge (sobre todo en su primera parte) retazos de la tradición oral de los pueblos judíos de la Antigüedad, parece haber sido manipulado posteriormente a su confección para obviar ciertos temas “incómodos” para la sociedad judía, entre ellos el peso de la mujer en la religión. Hay que recordar que la religión judía, monoteísta y con un dios varón, se hizo fuerte en una zona de Oriente Próximo en el que el culto a una Diosa Madre (a veces relacionada con la Luna, otras con la naturaleza), que ellos llamaron Astaroth (equivalente a la Inanna sumeria, la Ishtar acadia o la Astarté mesopotámica, todas ellas provenientes de una tradición fenicia que no podía ser desconocida para los judíos) estaba muy arraigado. Convenía hacer hincapié en un Dios todopoderoso, varón, y que, por añadidura, había elegido libremente a los judíos y había pactado con ellos para ser su única deidad (no es cierto, pues, que el pacto fuera desinteresado: Yahvé, en realidad, está eliminando la competencia más directa, en este caso la de docenas de cultos orientales provenientes del Creciente Fértil o incluso de Europa).

Siendo serios, los cuatro libros siguientes tampoco son atribuibles a Moisés, ni siquiera aunque él sea parte activa de la historia que se está contando (después de todo, en el Éxodo, que narra la salida de Egipto del pueblo judío, Moisés juega un papel más que fundamental). Números, también muy histórico (y algo exagerado), o el Levítico, el más interesante de los cinco desde mi punto de vista al mostrarnos la religiosidad judía de la época en toda su ruda desnudez, no pueden sino ser transcripciones de la tradición oral de la época en que se escribieron, muy posterior a Moisés, pero es el quinto, el Deuteronomio, el que no deja lugar a ninguna duda, ya que ciertos aspectos de la decadencia en las costumbres que se mencionan, así como ciertas referencias documentadas a hechos concretos, son obligatoriamente posteriores a la muerte del supuesto autor.

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