En Estados Unidos existe una tradición, me atrevería a decir que centenaria (ya que arranca en 1840), por la que cada cierto número de años entran en competencia en número de ventas dos biografías muy particulares: las de los presidentes y sus primeras damas. Aunque tradicionalmente las autobiografías de las señoras de los presidentes se han enfocado hacia un público mayoritariamente femenino (teniendo un formato más de diario de estilo y memorias que de autobiografía política; las memorias de Edith Wilson, por ejemplo, publicadas en 1939, aparecieron de manera serial en revistas para mujeres, cuyas lectoras estaban más interesadas en los vestidos que utilizaba la primera dama que en importantes encuentros diplomáticos), en los últimos años esto ha ido cambiando, siendo tal vez la obra de Hillary Clinton la de naturaleza más política (lo cual es lógico teniendo en cuenta su propia carrera, no necesariamente vinculada a la de su marido); y Laura Bush ha conseguido llegar recientemente nada menos que al número uno de la celebrada lista del periódico estadounidense The New York Times. Es en precisamente este periódico donde Craig Ferhman ha escrito un interesante ensayo (parte de un libro que está preparando sobre los libros escritos por presidentes de los EEUU) enumerando las memorias más exitosas y conocidas salidas de la pluma de estas “mujeres de”. Históricamente se trata de obras poco polémicas, en las que estas mujeres retratan el día a día en la Casa Blanca, y que sirven para que el ciudadano de a pie pueda satisfacer su curiosidad sobre cómo es vivir junto a uno de los hombres más poderosos del mundo.
Como ocurre con cualquier persona que esté en el punto de mira del público lector, en muchas ocasiones estas autobiografías surgen en respuesta a un gran número de biografías no autorizadas. Es evidente que, ante la oferta de múltiples obras que no son necesariamente fieles a la verdad, las personas aludidas sientan la necesidad de aclarar algunos aspectos de su vida sacados de contexto, exagerados o directamente inventados. En el caso de Laura Bush, la esposa de George W. Bush, antes de la publicación de su propia narrativa, había disponibles varias versiones de su vida, siendo las más conocidas las de Antonia Felix, Ann Gerhart o Beatrice Gormley. No parece, sin embargo, haber libros tremendamente sensacionalistas sobre la Bush; a pesar de las polémicas que siempre rodearon a su marido, Laura ha gozado de un inmenso aprecio y respeto por parte de la mayoría de los estadounidenses.
Por supuesto esta tradición de “presidentas” escritoras no se limita a Estados Unidos, pero no parece que aquí en España haya sido tan popular esto de escribir autobiografías, por lo menos en lo que se refiere a primeras damas. Exceptuando a Ana Botella y su Mis ocho años en La Moncloa, no parece que ninguna primera dama haya publicado una autobiografía (por favor corregidme si me equivoco). Es posible que esto se deba a la todavía joven democracia española, o a que, de muchas maneras, sigue siendo la Reina la que ostenta el cargo de “primera dama” española, como demuestra el gran número de ventas de sus libros-entrevistas por Pilar Urbano.
Historia viva: Memorias