Comentamos hace unos meses que parte del legado de Franz Kafka estaba en los tribunales israelitas en un proceso que enfrentaba a las actuales propietarias, las hermanas Hoffe, y a la Biblioteca Nacional de Israel. Ruth y Eva Hoffe son hijas de Esther Hoffe secretaria de Max Brod, amigo de Kafka y al que este último dejó sus papeles con la orden de quemarlos. Brod no cumplió su palabra y, parece ser, que Esther Hoffe tampoco: Brod le habría cedido la colección para que la clasificara y después la cediera a la Biblioteca Nacional Israelí o, al menos, eso mantiene esta institución.
La reclamación de la Biblioteca Nacional impide que las hermanas puedan vender los papeles de Kafka hasta que la Corte Suprema de Israel se pronuncie. Y, mientras el proceso sigue en los tribunales, hay quien acusa a las hermanas de haber cogido el camino de en medio para defender sus intereses. Así, consideran sospechosos los continuos allanamientos que está sufriendo la residencia de Eva Hoffe aunque el abogado de las hermanas dice que lo robado (libros, cartas y partituras) no tienen apenas valor mientras que la otra parte litigante sospecha que se está liquidando el patrimonio kafkiano para beneficio de esta familia. Por ahora, se ha pedido al juez que entregue los documentos a la Biblioteca Nacional para su custodia o que, al menos, se haga un inventario. Este inventario también permitiría saber que es lo que contiene el legado, aunque, teniendo en cuenta que Esther Hoffe vendió el manuscrito de El proceso, podemos suponer que es importante.
No sabemos, y me parece que tardaremos en saber, el alcance y la importancia de esta colección, pero todo parece apuntar que una parte importante del legado literario europeo del siglo XX está acabando en manos de coleccionistas privados. Aunque, quien sabe, igual todo es una gran casualidad cósmica o bien alguien intenta cumplir la última voluntad de Kafka haciendo desaparecer esas últimas palabras.
Franz Kafka
El proceso