El informe del Grupo de trabajo sobre el libro electrónico, que empezamos a analizar ayer, tras hablar del marco legal, se centra en la “cadena del libro”: autores, traductores, editoriales, libreros y distribuidores. A los autores (Lorenzo Silva, Care Santos, Clara Janés y Andrés Ehrenhaus, estos dos últimos como autores y traductores)les ha pasado una encuesta (estaría bien saber las preguntas, por cierto) indicando algunas de las conclusiones. En general, que las nuevas tecnologías permiten aumentar la interactuación con los lectores y abrir nuevos mercados pero que la indefinición del negocio provoca desde la piratería, siendo necesario que exista una oferta legal, atractiva y asequible, que ofrezca calidad y valor añadido, a la incertidumbre sobre porcentajes o ingresos.
Hay otras opiniones más controvertidas, la tendencia a publicarlo todo que indica Ehrenhaus, pero el principal problema lo veo en lo siguiente: ¿qué representatividad tiene este apartado? ¿Por qué estos cuatro autores y no otros? ¿Sólo cuatro? En cambio para hablar de la traducción sí se habla con una asociación, ACE Traductores, que además ha realizado diferentes reuniones dentro del sector del libro para aportar claridad y transparencia al modelo de negocio.
Cuando pasamos a hablar de los editores tenemos primero un publirreportaje de Badenes, directivo de Planeta, que sin duda sabe mucho y hace aportaciones interesantes, como los dos modelos europeos de control de la piratería, el inglés/francés basado en la persecución legal del pirata y el irlandés, basado en la compensación entre industrias; aunque en estos momentos en Irlanda se ha aprobado un sistema que sigue la estela de Francia o Inglaterra, así que nos quedamos con la duda de si es una errata (¿islandés?) o una información desfasada.
Acto seguido tenemos el informe sobre el sector editorial ante el libro del que ya os hablamos hace unas semanas y de las perspectivas de las editoriales dedicadas a los libros y material de enseñanza, ofreciendo este último una visión clarificadora y, probablemente, la más documentada de esta parte del informe. Pero, para mí, lo más interesante es la opinión de libreros y distribuidores que, a priori, parecen los “prescindibles” dentro del mercado de libro electrónico.
Los libreros destacan su función como seleccionadores, consejeros y recomendadores de libros y consideran que esta función va a seguir siendo necesaria en el nuevo mercado, al tiempo que se muestran dispuestos a desarrollar líneas de negocio entorno al libro electrónico, tanto vendiendo soportes, como los propios libros electrónico o a través de la Impresión bajo demanda. De todas formas tienen claro que su papel dependerá en buena parte del modelo de negocio que sigan las editoriales, aunque apuestan por plataformas de distribución abiertas que respeten los canales tradicionales de venta. Algunas de sus reivindicaciones concretas: ayudas para implantar la Impresión bajo demanda o poner Wi-Fi en las librerías.
Los distribuidores coinciden con los libreros en que es necesario clarificar el mercado desde los márgenes de comercialización hasta los roles, indicando que si no se hace pronto otros agentes substituirán a los tradicionales, señalando como ejemplo a las empresas de telecomunicaciones cada vez más cerca de dedicarse a la distribución de contenidos. Ven la digitalización de contenidos como un sistema para fomentar la venta en papel, ya que ambos sistemas van a convivir durante mucho tiempo. Y se reinventan como repositorios de libros digitales, promulgando la creación de Distribuidores de Activos Digitales, siguiendo la estela de experiencias similares en otros países, que servirían tanto para la descarga online como para el Print on Demand.
En el informe también encontramos acercamientos a la lectura digital, la producción de textos científicos, las bibliotecas digitales o las iniciativas públicas (a la espera de las privadas) para el desarrollo del mercado. Pero todo viene marcado por la misma sensación de suma (que no agregación) de opiniones, sensación que ni siquiera te abandona en las conclusiones. ¿Las nuestras? Sobre el informe, lo dicho, bastante decepcionante en su formulación. ¿Del sector del libro según las aportaciones? Pues las que venimos destacando cada vez que sale el tema: la falta de definición del mercado y la falta de un marco legal adecuado no está permitiendo que se desarrolle con normalidad.