En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor.
Así comenzará, como es lógico, la XIV lectura continuada del Quijote, una tradición que se acerca ya a los quince años compartiendo la magia de una de las obras magnas del castellano y uniendo a todos los interesados en nuestra lengua sin importar su origen.
El acto se celebrará, como también es tradición, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid durante las celebraciones del Día del Libro los días 22, 23 y 24 de Abril y contará con la habitual participación de reconocidos escritores, políticos, periodistas y otras figuras relevantes de la actualidad cultural. Todos leerán su pequeña parte de Quijote, compartiendo también con un buen número de personas anónimas la lectura completa.
Por si fuera poco, están previstas también varias actuaciones teatrales que representarán los momentos más conocidos e importantes del Quijote, una manera genial de aligerar un poco el ritmo de las lecturas que puede llegar a hacerse un poco monótono.
Es de suponer que, como en años anteriores, se hagan conexiones por Internet con otros centros, tanto en España como fuera de ella, para lograr ese espíritu de comunión en el lenguaje del que hablábamos antes. Además, la duración de la lectura se ha ampliado hasta tres días, con lo que más gente está llamada a participar en una de las tradiciones más entrañables del Día del Libro.
Para instituciones o particulares, aquí os dejamos el teléfono para realizar la reserva y conseguir un turno en la lectura del Quijote: 91 523 37 43, siendo el horario de atención de 10 de la mañana a 3 de la tarde.
Nosotros no vamos a poder acudir, ni siquiera a distancia, pero vamos a dejar aquí una de nuestras partes favoritas del Quijote para ir abriendo boca…
Tenía el cura de las manos a Don Quijote, el cual creyendo que había acabado la aventura y que se hallaba delante de la princesa Micomicona, se hincó de rodillas delante del cura, diciendo: Bien puede vuestra grandeza, alta y fermosa señora, vivir de hoy más segura que le pueda hacer mal esta mal nacida criatura; y yo también de hoy más soy quito de la palabra que os di, pues con ayuda del alto Dios, y con el favor de aquella por quien yo vivo y respiro, tan bien le he cumplido.