El mundo anglosajón nos lleva ventaja en el mundo editorial en conceptos que, con la llegada del libro digital, pueden ser muy importantes tanto para las editoriales como para los autores. Estamos hablando en esta ocasión del marketing asociado a libros y autores, el merchandising, la memorabilia que, como si estuviéramos hablando de películas -bueno, esto a veces se mezcla-, o estrellas de rock, se vende a un buen precio, sobre todo por Internet.
En The Guardian han escogido unos cuantos ejemplos de lo que se puede encontrar uno si rebusca bien en la red un rato y es un auténtico forofo de la literatura, bien sea admirador de la Generación Beat o un aficionado a las novelas de H.P. Lovecraft. Literalmente, podemos encontrar centenares de objetos por los que alguien, posiblemente en China, me da la impresión, se estará sacando un buen pico.
Los juguetes basados en los mitos de Cthulhu son un clásico desde hace muchos años. Lovecraft jamás habría imaginado que sus pesadillas acabarían convirtiéndose en suaves peluches que acompañarían el sueño de los más pequeños. En silencio. Esperando su oportunidad…
Más curioso me parece el brazalete hecho a base de portadas de libros prohibidos, como Matar a un ruiseñor, El color púrpura o Las aventuras de Huckleberry Finn, obras que, en algún momento de su historia, han sido expurgadas de decentes librerías y prohibida su venta por las mentes limpias y preocupadas.
Especialmente perturbador es este oso de peluche vestido con una camiseta en la que se puede ver la tumba de Jack Kerouac, el mítico referente de la generación Beat. Desconozco la razón o el motivo, la verdad es que es algo que se me escapa.
¿Y en España, o en autores de lengua española? Estaría genial que Anagrama sacara un muñeco parecido a los teleñecos de Jim Henson pero con el aspecto triste, desaliñado y con un cigarro siempre en la mano de Roberto Bolaño. Lo cierto es que sí que hay cosas, como una réplica de la espada de Alatriste, pero creo que se debe más a la película que al libro. Los expertos en mercadotecnia tendrían que empezar a mirar con otros ojos a gente como César Vidal o Arturo Pérez Reverte, el cual, sin duda, debería apadrinar un aftershave tipo Old-Spice que sería todo un éxito el día del padre.