Con todo este barullo que si Amazon, MacMillan, Murdoch y Apple, un gran número de escritores americanos han decidido posicionarse, y de manera muy activa, en el conflicto.
Por el momento, y hay quien se ha extrañado al principio, se han puesto de lado de MacMillan y no han dejado de lanzar acusaciones contra Amazon. Es cierto que ese momento de rabieta en el que miles de libros, incluyendo los no-digitales, dejaron de estar a la venta ha escocido y mucho a los escritores que de repente se vieron apartados del principal supermercado del libro en Internet.
Dejando a un lado el apoyo a su propia editorial, algo que es entendible en superventas, pero que a menor rango ya cuesta algo más que seguir, se engloba dentro de esa teoría de la devaluación del libro, que ya hemos comentado antes. En realidad, el modelo de Apple, el de la nueva tienda iBooks, va a resultar menos beneficiosa para el autor que con los precios de Amazon. En Publetariat [Inglés] han hecho el cálculo completo y por cada libro van a recibir un dólar menos. Curioso, ¿verdad?
En España, y Europa, los escritores y los agentes están pugnando por ampliar el porcentaje de los derechos para el autor en los libros digitales, aumentando del clásico 8% a un 20 o 25, mientras en Inglaterra están planeando llegar a un 50. Amazon, como ya comentamos, ofrece un 70% para el autor si se publica con ellos sin pasar por una editorial (quedándose una minitasa por descarga, eso sí) y ese gesto puede haber motivado también el recelo de las grandes editoriales ahora que pueden darle donde más le duele.
Eso sí, para autoeditar cada autor se paga la corrección y la maquetación de su propio bolsillo, así como la publicidad y el esfuerzo. Es algo parecido a lo que planteó también en su día Google como el futuro de Google Editions, así que no es de extrañar que las editoriales quieran con locura al proyecto de Apple. Ahora, ¿los escritores? ¿Es posible que dejen pasar la oportunidad de sentar las bases de un escenario en el que no serán el último mono del mercado? Lo cómodo, claro, es dejarse llevar por los más famosos y por quien está poniendo ahora el dinero y lo incierto, arriesgado y valiente es luchar por los derechos que les corresponden.