Neal Stephenson es un personaje cuando menos peculiar: capaz de escribir largas sagas de aventuras con complejos argumentos barrocos, como ya hemos hablado en El sistema del mundo y sus partes, como de saltar a la ciencia ficción más original y rompedora.
Mientras esperamos hincarle el ojo a Anatema, su última publicación en castellano, vamos a hablar de una de sus obras más conocidas y que Gigamesh nos devuelve en una nueva edición más cuidada y revisada.
Ante todo hay que decir que Snow Crash es una obra escrita en 1992, y casi todos los conceptos que en su día podían considerarse novedosos en esta novela han sido machacados y repetidos hasta la saciedad en libros, películas y series de televisión. Es una pena entonces que un lector actual no disfrute, como entonces, de la frescura de ideas que en un principio nos enseñó Stephenson.
Snow Crash podría considerarse una obra ligera dentro del trabajo de Stephenson. Lo cierto es que es endiabladamente divertida y con una historia que, aunque en apariencia sea sencilla, se complica lo suficiente para que ningún productor cinematográfico se haya atrevido con ella ya que, por otro lado, requeriría de una cantidad impresionante de dinero para recrear el universo del libro.
Pero hablemos del libro: En el futuro del infocalipsis los americanos sólo saben hacer tres cosas bien, música, películas de acción y entregar pizza a toda velocidad. En el universo real, compuesto de microciudades y clanes, Hiro Protagonist es un repartidor de pizza, trabajo nada sencillo en ese mundo futurista, y a la vez uno de los mayores guerreros del Metaverso, un ciberespacio mucho más parecido al que podemos intuir hoy en día que el que salió de la imaginación de William Gibson.
La aventura se mueve a dos niveles, el real y el virtual, en una frenética búsqueda del origen de snow crash, una droga capaz de reventarle el cerebro al mejor de los hackers. La criptología y la nanotecnología, dos constantes en la obra de Stephenson, son también una constante en la trama. Stephenson aprovecha para mostrarnos su visión de ese futuro en lo social, desde las ciudades encerradas en sí mismas a grupos de élite social, pasando por lugares y situaciones de una acción incontestable.
Snowcrash es, después de todo, una divertida novela en la que la aventura y el sentido de la maravilla son elementos plenamente soportados por unas bases de ficción especulativa que, tras veinte años, siguen aguantando sin fisura alguna. Ciencia ficción para pasar un rato de lo más entretenido. Háganme caso y atiendan a razones, me lo agradecerán.
Snow Crash