De todos es sabido que Internet ha multiplicado por mil la creación de contenidos escritos. Ya no hablamos sólo de literatura y de lo que los anglosajones llaman “Creative Writing” (escritura creativa, es decir, artística), sino de asuntos mucho más anodinos y mundanos y, sobre todo, especializados. ¿Para qué adquirir un libro sobre jardinería si abunda en la red información de todo tipo, desde webs generalistas a páginas muy especializadas? Y eso sin contar los recursos de carácter enciclopédico, como pueden ser proyectos como la Wikipedia o tantísimas bases de datos de acceso libre o de pago.
Por tanto, surge una nueva figura en el mundo de internet, la del creador de contenidos. Aunque puede tratarse de un puesto laboral propio, de una persona con conocimientos tanto del área del que se ocupa como lingüísticos, cada vez abundan más los creadores de contenidos eventuales, es decir, personas que desarrollan información y la venden al mejor postor. Aunque en España este tema todavía se halla en pañales (muchos de los colaboradores habituales de páginas web y bases de datos realizan su labor por amor al arte, sin esperar una remuneración económica en un ámbito donde los ingresos por publicidad y donaciones no son los que fueron en la época del boom del negocio internauta); Estados Unidos va por delante del resto del mundo en lo que a creación y gestión de información virtual se trata, entre otras razones por lo inmenso de su mercado y por una filosofía de la información como producto con el que se comercia, que se compra y se vende. Un ejemplo muy ilustrativo de esta filosofía es Hub Pages, una página web de libre acceso y registro donde cualquiera puede escribir artículos de mayor o menor longitud (artículos de estilo blog, habitualmente) que están expuestos a cualquier visitante que desee leerlos. Los lectores se ven bombardeados por publicidad relacionada con el artículo y la información ofrecida (desde anuncios de texto de Google a ofertas de productos de Amazon o Ebay), y cada vez que pinchan en uno de estos anuncios o adquieren un producto publicitado en dicho artículo, aportan ingresos para el creador de éste. Obvia decir que los escritores más avispados enseguida se dan cuenta de qué interesa a los lectores, y la escritura de calidad muchas veces se ve sustituida por simple verborrea sensacionalista acompañada de multitud de imágenes, encuestas y vídeos buscando la mayor cantidad de cliqueos en su publicidad asociada. De esta forma, un participante de Hub Pages puede hacer desde 0.08 céntimos de dólar al año a varios miles de dólares por semana, según su entrega, participación en la “comunidad” de la web y visión editorial. La escritura, así, funciona igual que cualquier objeto a la venta: algunos de los artículos más visitados recientemente fueron “Por qué son malas para ti las bebidas de cola” o “Mi villancico favorito, ¿cuál es el tuyo?”. La ironía también se ceba en este mundillo de escritores para las masas, ya que algunos de los artículos más productivos son aquellos que tratan a su vez de cómo hacer dinero escribiendo para Hub Pages. Al final, se trata más de tener conocimientos comerciales que de saber escribir, pero como lector la experiencia Hub puede ser fantástica, ya que entre la morralla popular se encuentran muchísimas joyas de excelente documentación y un estilo particular. Sobra decir que esta página está en inglés y está dirigida al mundo angloparlante, si bien asoman tímidamente webs equivalentes hispanohablantes aún escasamente productivas.
Un caso parecido al de Hub Pages es Bukisa, si bien éste tiene un carácter más informativo y especializado, ya que se decanta por artículos y vídeos tipo “paso a paso” de contribuyentes que se centran en determinados campos de conocimiento. Al igual que Hub Pages, Bukisa se basa en el número de visitas a cada artículo y en la publicidad. Este tipo de web funciona por ingresos publicitarios, por lo que los auténticos beneficiarios son los anunciantes y la propia empresa, mientras que los escritores no son más que creadores de contenido barato que en su mayoría producen una inmensa cantidad de información obteniendo una ínfima regalía a cambio. Caso diferente es Helium, una gran base de datos de escritores donde los que pagan son las propias empresas que buscan contenido: sean éstas páginas web generalistas, periódicos, manuales, revistas o incluso antologías. Así, en Helium se ven recompensados los escritores de estilo profesional y conocimientos reales, y funciona de manera exponencial: cuantos más escritos vendes más posibilidades tienes de entrar en una colaboración periódica con las empresas que compran tus contenidos. Todos salen ganando: los buenos escritores reciben una compensación justa por su trabajo mientras que las empresas editoras encuentran excelentes materiales que pueden adquirir según los vayan necesitando. Por supuesto hablamos de una situación idónea en la que se ve favorecida una pequeña sección de los participantes escritores, aquellos que demuestran mayor versatilidad, adaptabilidad, profesionalidad y, cómo no, algo de talento.
En definitiva, hasta que la comunidad hispanohablante se decida a tomarse más en serio la profesión del escritor por encargo tendremos que contentarnos con las opciones del mercado anglosajón. Pero para aquellos que se atrevan con el inglés, estas grandes comunidades de escritura-lectura son una forma muy entretenida de pasar el rato leyendo sobre todo tipo de temas, en una serie de macro-blogs de múltiples voces, intereses y textos.