Los tiempos en que los escritores podían parecer seres inalcanzables, lejanos en sus cristalinos pedestales, visibles apenas para compartir unos canapés cada dos años, echar unas firmitas y dar entrevistas por la radio parece que están llegando a su fin.
Si, aunque muchos todavía se aferren a sus viejas máquinas de escribir marca Olivetti mientras, supongo, ven la televisión en blanco y negro y fuman celtas sin boquilla para mantenerse auténticos, la verdad es que el mundo digital se nos viene encima a todos sin remedio y, a algunos más que a otros, les está viniendo un poco grande.
Antes apenas se mantenía contacto con los lectores más que de forma muy ocasional y, en contadas ocasiones, mediante la tradicional correspondencia. El correo electrónico empezó a facilitar el acceso a los fans a sus escritores favoritos y ahora, con las redes sociales, los blogs y las webs de literatura, como esta misma, a veces pueden generar curiosos encuentros y desencuentros.
Por ahora ha pasado varias veces, quizá el caso más sonado sea el de una escritora americana, Candance Sams, que se lanzó a degüello sobre una mala crítica que un usuario de Amazon había dejado en su último libro. Puede que ignorar a gente en el Facebook sea fácil, pero dejar pasar una mala crítica es un ejercicio zen, una labor homérica, un trabajo hercúleo para cualquier escritor, sobre todo si es mal comentario está justo al lado de “Comprar este libro“.
Anne Rice también hizo sus pinitos en el arte de la incorrección social con frases como “Has usado este sitio como si fuera un urinario público para publicar falsedades y mentiras“. Eso es el mercado americano, en el hispano no conozco demasiados casos, pero está claro que la incorporación del ejemplar autóctono a todos los aspectos de Internet todavía no ha llegado al nivel americano.
De todas formas habría que sentar unas bases, tanto para autores como para internautas. Para los autores, tienen que tener en cuenta que sumergirse en el mundo de las opiniones personales es perder la perspectiva. Antes había dos críticas, tres como mucho, ahora puede haber cientos de ellas, algunas correctas, otras no, y otras simplemente dejadas caer para hacer un poco la puñeta, que de todo hay en los mundos de la red. Contar hasta diez antes de meterse en un foro a repartir estopa es un gran consejo.
Para los internautas, poco que decir, la verdad. Tan sólo tened en cuenta que los autores pasan mucho tiempo delante de la pantalla del ordenador y que puede que se estén googleando cada diez minutos. Es un vicio habitual. Si habláis de ellos, os encontrarán. También son personas. Tratadles bien.
Anne Rice