Arrugas, de Paco Roca, es uno de los cómics patrios más galardonados y reconocidos de los últimos años y, sin duda, con razón. Paco Roca, ganador del Premio Nacional del Cómic en su primera edición gracias a Arrugas, lleva años demostrando su oficio, pero ha sido gracias a este retrato de la enfermedad del Alzheimer cuando ha conseguido el reconocimiento fuera del mundo del cómic, consiguiendo, además, demostrar a muchos que la historia gráfica es un medio de narración que puede brillar con cualquier tema.
Emilio es un antiguo director de una sucursal bancaria y, ya en su vejez, la senilidad hace que su familia lo considere una molestia y es enviado a una residencia. Allí conocerá a otros ancianos, apartados como él de un mundo en el que parece que no tienen sitio. Sus horas las pasa estando con Miguel, su cínico compañero de cuarto, Antonia, una anciana que intenta tomarse la vida en la residencia de manera optimista mientras espera la visita de su familia, Modesto, enfermo de alzheimer y su mujer Dolores quien lo atiende para evitar que lo envíen arriba, porque la vida en la residencia en la primera planta, la de los válidos, es aburrida y soporífera, pero el piso de arriba es peor. Allí van los asistidos, aquellos que necesitan ayuda para todo, el lugar donde nadie quiere acabar.
La narración, apoyada en un dibujo sencillo pero muy eficaz, utiliza el humor para ofrecernos una historia dura, la lucha de Emilio contra el alzheimer, mientras va contándonos la vida en la residencia y las rarezas de los ancianos, sin caer en la sensiblería ni en la lágrima fácil, consiguiendo que dejes el libro con una sonrisa, triste, pero una sonrisa al fin y al cabo. Aunque los personajes sean un poco estereotipados en ningún momento caen en la caricatura, consiguiendo que el retrato de la vida en la residencia sea muy creíble. La residencia de ancianos es la representación de toda la hipocresía con que la sociedad trata la vejez, un lugar donde los ancianos están bien cuidados y pueden hacer amigos (tal y como le dice su hijo a Emilio) cuando en realidad solo intentamos olvidar que la vejez existe. En esta antesala a la muerte, sin el apoyo de la familia, tan solo pueden apoyarse los unos en los otros y revivir sus memorias para evitar ser un mueble a la espera del retiro, un recurso a la memoria que también se le niega a Emilio.