En estos tiempos que corren en los que nos comunicamos a diario por teléfono, mensajes SMS, emails, listas de correo electrónico, chats y redes sociales, no está de más reivindicar uno de los géneros literarios más olvidados: el epistolar. ¿Habría sido lo mismo evaluar la obra de H.P. Lovecraft, por poner un ejemplo, si no hubiera caído en nuestras manos su correspondencia privada? Los Lovecraft del siglo XXI no podrán tener esa suerte, desde luego.
En 2005 empezó, de la mano de un estudiante portugués llamado Paulo Magalhães, un proyecto on line que, a día de hoy, cuenta con cerca de 200.000 usuarios: el proyecto Postcrossing. La idea era simple: un portal en internet en el que obtener direcciones de correo de gente interesada en recibir una postal en su buzón. Todo funciona de manera aleatoria, y a la vez que el miembro de la página envía postales sabe que hay otras, de las que ignora absolutamente todo, que están viajando en ese momento hacia él. Lo de menos, para muchos de estos usuarios, es la postal en sí: los alicientes son mucho más variados que la simple colección de postales, siendo uno de los más mencionados por los fanáticos de Postcrossing el poder recibir algo más que facturas y publicidad en sus casas. Además, está la emoción de no saber qué te pueden mandar y desde dónde. ¿Una postal con un horrible paisaje desde Finlandia? ¿Una reproducción de una litografía desde China? ¿Gatitos abrazándose desde Polonia? Además, así lo cuentan ellos, cada postal recibida tiene el valor añadido del mensaje escrito. Porque, ¿qué le cuentas en un puñado de líneas a un extraño del que nada sabes aparte de su nombre, su dirección, y lo que haya escrito en su información on-line?
Para muchos el mayor inconveniente de este proyecto es el idioma. Aunque puedes especificar en tu perfil público los idiomas que conoces, el idioma franco utilizado es el inglés. Para todo. Esto puede coartar a mucha gente sin nociones en esta lengua, pero como bien dice Magalhães en la página web de Postcrossing, hubo que elegir un idioma que pudiera atraer al mayor número de personas, y aunque estemos hablando de un proyecto portugués (más concretamente de la zona de Oporto), es innegable que el inglés es, a día de hoy, el más universal de los lenguajes escritos.
La popularidad del proyecto, así como el número de usuarios registrados y el número de postales enviadas (ya son cerca de cinco millones) han ido en aumento exponencial al tiempo que múltiples medios de comunicación (entre ellos la prestigiosa BBC) se han hecho eco de la idea. Muchos aficionados a la filatelia se han unido también al Postcrossing, deseosos de poder conseguir sellos de países lejanos que, de otra forma, tendrían difícil conseguir. Por supuesto hay zonas en las que se ha hecho más popular que en otras, y habría que destacar que los tres países más activos son, por este orden, Estados Unidos, China y, sorpresivamente, Finlandia.
Precisamente una usuaria de este último país hizo historia en Postcrossing por ser una de las implicadas en el primer matrimonio entre postcrossers, en su caso con un hombre australiano con el que estuvo intercambiando durante meses correspondencia.
Obviamente ese no era el objetivo del proyecto, pero son muchos los que han encontrado a un buen amigo gracias a él con el que poder intercambiar impresiones sobre intereses comunes. Sólo por eso merece la pena plantearse el olvidar durante unos minutos el teclado del ordenador y ponerse a escribir una líneas a un completo desconocido del otro lado del globo.
H. P. Lovecraft