De todos los álbumes que dibujó Hergé sobre el joven reportero belga Tintín, ninguno ha dado más problemas que Tintín en el Congo, una de sus primeras obras (es el segundo, publicado con 23 años) y que está profundamente influenciado por el ambiente colonial belga de principios de siglo (una época que en Bélgica es apenas tratada y está “en el limbo” de su historia contemporánea).
El libro tiene marcas racistas -las comunes de la época (no por ello realmente justificables, claro)- y apenas tiene una documentación decente, al contrario que el resto de obras de Hergé. El mismo autor reconoció en varias ocasiones lo desafortunado de algunos elementos del libro, llegó a cambiar viñetas por petición de diversos editores, y todavía hoy es un cómic prohibido en algunos países.
Lo cierto es que hace tiempo saltó a la luz de nuevo por la petición de la Comisión para la Igualdad Racial británica de retirar el libro de la parte infantil de las bibliotecas. Además, un estudiante congoleño decidió interponer una demanda a la editorial Moulinsart para que retirara el libro.
Pues bien, ahora tanto una asociación pro-igualdad francesa y el ciudadano congoleño Mbutu Mondondo vuelven a la carga, esta vez en Francia. Piden también la retirada del cómic y un euro simbólico como daños morales. Dicen que acudirán hasta el tribunal de los derechos humanos si es necesario.
Moulinsart, la editorial, se defiende: para leer Tintin en el Congo hay que tener en cuenta cuándo fue escrito y actuar en consecuencia. Añade que aplicar filtros políticamente correctos a libros de siglos anteriores nos dejaría sin multitud de obras clave en la historia de la literatura.
Vía: The Bookseller
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Tintín en el Congo