El doctor Héctor Abad, defensor de los derechos humanos, fue asesinado por las balas de paramilitares colombianos, quienes lo dejaron su cuerpo en la calle, donde lo encontró su hijo Héctor momentos después. En los bolsillos del muerto, dos hojas, una con la lista de amenazados por los paramilitares, entre ellos el doctor Abad, en otra un poema sobre la muerte firmado como JLB. Meses después decidió publicar el poema, convertido en epitafio de su padre, en un periódico, indicando que era de Borges.
Aquí hubiese acabado la historia si Héctor Abad Faciolince no hubiera escrito un libro sobre su padre años después, El olvido que seremos, libro de gran éxito y que puso de actualidad el poema. Por que no todos estaban de acuerdo de que fuera de Borges, acusando al escritor de intentar adornar su historia aprovechándose del nombre del cuentista argentino.
El poema no aparecía en ninguna de las obras canónicas de Borges, incluso le llegaron a decir que, en realidad, el poema se había publicado después de la muerte de su padre. Ante esto, decidió llegar al fondo del asunto, averiguar la historia del poema y comprobar la autoría, removiendo Roma con Santiago. En este viaje en el tiempo, Abad ha conseguido llegar hasta 1987, año en que se editó un libro con unos pocos poemas de Borges, inéditos y probablemente los últimos que escribió, con una tirada de 300 ejemplares, publicación hecha por un grupo de estudiantes un año después de la muertes de Borges. Esta información la encuentra en un recorte de periódico donde se reproducen dos de los poemas, uno de los cuales era el que él buscaba.
Estos poemas llegaron a los estudiantes a través de Coco Romairone quien los consiguió de Franca Beer, mujer del pintor Guillermo Roux, a quien se los había dado directamente el mismo Borges. Esta parte, casi final, de la historia se la cuenta a Abad uno de los estudiantes, Jaime Correas con quien se plantea escribir la historia del poema. Aunque Abad ha abandonado la idea, Correas sigue con ella, y es posible que en poco tiempo podamos leer esta historia que parece un cuento que empieza con un inicio trágico, rasgos de surrealismo y un final cerrado. Porque lo importante para Abad era dejar clara la autoría del poema y así ha sido.
Uno de los poetas inmersos en esta historia es Harold Alvarado Tenorio, quien había recibido el poema también de Borges, pero que nos publicó hasta 1993 tal y como cuenta en esta web, donde también podemos leer los poemas inéditos, según su versión.
Vía: Revista Ñ
Jorge Luis Borges