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El Teatro de la Magia en España

AutorAlfredo Álamo el 9 de julio de 2009 en Divulgación

Teatro de la magia

Una de las grandes excusas del fracaso de la literatura fantástica en España es la falta de una tradición de lo fantástico dentro de la tradición literaria española, al contrario de la anglosajona o germana. Si bien, a mi juicio, el género fantástico viene determinado por la fuerza del romanticismo, me gustaría hablar de el mayor exponente popular de lo fantástico durante los siglos XVIII y XIX, que, lejos de la narrativa tradicional, aparecía en el espectáculo popular por excelencia: el teatro.

Las comedias de magia aparecen a principios del S.XVIII, aunque el germen de este tipo de teatro se remonta has el S.XVI en algunas obras de Lope de Vega o Calderón de la Barca, donde el elemento sobrenatural estaba más que presente. Sin embargo, para que el teatro de magia cuaje y se erija como uno de los espectáculos populares por excelencia, faltaba un elemento: La tramoya.

Tras toda obra de este calado, llena de apariciones, desapariciones, relámpagos, cambios bruscos de escenario, fantasmas atravesando las paredes, jarrones cayendo sin que nadie los toque, armaduras vacías andantes o personajes volantes, hacía falta una técnica depurada a la hora del montaje teatral. El salto tecnológico para las obras más arriesgadas aparece con la llegada de un grupo de ingenieros italianos que ya habían dominado la técnica y preparado nuevos ingenios en su país de origen, donde el teatro de magia también era muy popular.

De ese modo se inaugura una época dorada para la comedia de magia en el S.XVIII, con gran afluencia de público y estreno de decenas de obras. Sin embargo, a la crítica no le gustaba nada de nada ese tipo de teatro, basado más en el artificio y la superstición que en el drama y el personaje. De ese modo se intentó prohibir y hasta se consiguió censurar en 1788 y 1883. Las razones, las mismas que hoy en día se esgrimen frente a las obras de género fantástico o de terror: que las mentes populares se pueden influenciar y torcer ante espectáculos denigrantes. Ehem.

Teatro de la magia

A mediados del S.XIX cambia la percepción del público y la de los creadores. Según muchos estudiosos, se debió al aumento del nivel cultural de la sociedad en general, pero creo que, unido a esto último, la situación en España empezaba a girar hacia lo que acabó siendo la percepción realista y pesimista de 1898. Se deja atrás el elemento sobrenatural como punto clave de la historia y se utiliza más como objeto de burla y mecanismo moralizante.

El movimiento romántico bebe de las fuentes del teatro mágico, compartiendo tramoyas, efectos y escenarios. No hay más que echarle un vistazo al Tenorio para darse cuenta de dónde sale gran parte del envoltorio de la historia de Zorrilla.

La última gran historia del teatro mágico parece ser La Pata de Cabra, una obra en la que se mezclan ya los elementos féericos de tradición más europea, con un alto componente cómico. Aunque luego siguió la tradición unos años, casi todas las obras eran reestrenos, sin apenas obras nuevas.

Con el teatro mágico muere una de las más importantes tradiciones literarias fantásticas en lengua castellana, un fenómeno popular que hasta la llegada del cine, y sobre todo el cine extranjero, no se volvió a recuperar.

Alfredo Álamo

(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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