La Cosecha de Samhein es la novela más reciente del escritor vitoriano José Antonio Cotrina, editada por Alfaguara. Aprovechando la promoción de su obra, hemos querido hacerle algunas preguntas al autor acerca de la Vida, el Universo y Todo lo demás.
Lecturalia: Buenos días, José Antonio. Quisiera empezar preguntándote algo que necesitamos saber urgentemente todos los que hemos leído tu libro: ¿Cuándo sale la segunda parte? ¿Y la tercera?
José Antonio Cotrina: ¡Qué impaciencia! ¡Pero si hace poco más de un mes que ha salido el primer libro! Todavía no hay fecha oficial para el lanzamiento del segundo y, por supuesto, todavía menos para el tercero. La idea con la que trabajamos ahora mismo es que la segunda parte aparezca el año que viene en las mismas fechas en las que ha aparecido la primera: sobre mayo o así. Lo que está claro es que no habrá demasiada separación entre las distintas entregas de la saga, no creo que sea oportuno en unos libros con un “Continuará” tan enorme al final de cada uno de ellos.
A nivel personal me resulta muy gratificante que la gente me pregunte sobre la salida de la segunda parte, eso significa que se han quedado con ganas de más.
L.: Me ha sorprendido que, a pesar de que el libro está destinado al público juvenil, contiene algunas escenas bastante adultas, que tratan temas habitualmente ausentes en la literatura para jóvenes, como por ejemplo la violencia y la muerte. ¿Crees que la literatura para jóvenes adultos se está volviendo menos mojigata, tal vez en consonancia con lo que sus lectores observan en los medios masivos de comunicación?
J.A.C.: Buena parte de la literatura juvenil, aunque suene a chascarrillo, es mucho más adulta de lo que la gente piensa. Creo que hay un error de percepción en lo que a ella se refiere, un error de percepción que yo mismo cometía antes de comenzar a escribir para ese público, todo hay que decirlo. Además, como apuntas en tu pregunta, los jóvenes de hoy en día no son como nosotros en sus tiempos, están más curtidos, quizá sea por ese giro hacia lo espectacular y lo tremebundo que han dado tanto los medios de comunicación como el mundo del entretenimiento o, quizá, porque los tiempos en general han cambiado. O, quién sabe, puede que eso también sea otro error de percepción por mi parte.
Lo que sí tengo muy claro es que no voy a suavizar los momentos duros de mis novelas por mucho que me dirija al público juvenil, eso no sería justo para ellos. Si una historia en la que estoy trabajando necesita una situación adulta que tan sólo los adultos puedan manejar, comprender o aceptar es que no es una historia apta para jóvenes y por tanto no puede ser calificada de ningún modo como novela juvenil, es tan sencillo como eso.
Y un comentario tangencial a la pregunta. La cosecha de Samhein es el libro más suave de los tres. Los siguientes son bastante más duros.
L.: La personalidad de cada uno de los personajes está excelentemente definida y redondeada. ¿Sueles basar tus personajes en personas conocidas o los extraes directamente de la nada? Confiésalo, ¿cuál de los chicos está sacado de los entresijos de tu propia adolescencia?
J.A.C.:He intentado que todos tuvieran personalidades bien perfiladas, está claro que al ser tal el número de personajes de peso que manejo no he podido profundizar en cada uno al mismo nivel, pero aún así he procurado que todos contaran con sus distintas peculiaridades, con trazos que los hicieran claramente identificables para el lector. Creo que uno de los pilares básicos de esta historia son los personajes. El juego que me dan es tremendo, tanto en las relaciones que establecen unos con otros como en el modo en que la ciudad los va afectando.
No hay ningún personaje que esté basado en alguien que conozca, como tampoco hay ninguno con el que yo me identifique plenamente, aunque sí hay detalles míos en muchos de ellos, tanto en los muchachos que se ven arrastrados a Rocavarancolia como en los monstruos que habitan la ciudad. Por poner un ejemplo, una de las protagonistas antes de ser “raptada” escribía relatos ambientados en una ciudad encantada, como yo lo hacía en otro tiempo. Mi ciudad se llamaba Soberbia, la de ella Delirio, pero tanto una como la otra no dejan de ser la misma: Rocavarancolia.
L.: ¿Cuál es tu proceso creativo? ¿Eres un escritor disciplinado, que dedica una cantidad diaria de tiempo a su obra, o eres un autor impulsivo que escribe por inspiración y arranques pasionales?
J.A.C.: Voy por rachas. A veces me vuelvo de un disciplinado que roza lo obsesivo y otras veces me convierto en un escritor anárquico y sólo escribo cuando me apetece. En el caso de esta saga, con la que llevo tanto tiempo, he tenido oportunidad de ser tanto una cosa como la otra.
De todas formas yo distingo dos fases muy diferentes dentro del proceso creativo, fases que pueden ser paralelas en el tiempo, por supuesto. Una de ellas es la de la escritura física, la de ponerse delante de la pantalla y pelearse con el teclado durante horas hasta dar con la mejor forma de contar lo que tienes en mente. La otra es la de la creación pura, cuando vas ideando la historia en tu cabeza. En el caso de El ciclo de la Luna Roja durante los primeros meses de escritura prácticamente no podía pensar en otra cosa que no fuera la novela, la llevaba siempre encima por decirlo de algún modo: los personajes, la ambientación, la historia, todo iba creciendo en mi mente a una velocidad superior a la que hubiera podido escribirla. Vivía la historia. De hecho la mayor parte de los puntos climáticos de la saga se me ocurrió en aquel tiempo.
Continuará…
José Antonio Cotrina
La cosecha de Samhein