Hablar del autor alemán Ralph König es hacerlo de uno de los autores europeos de novela gráfica más vendidos, en especial en nuestro continente. También de uno de los iconos gays más imprescindibles de los últimos diez o quince años. El hombre deseado (publicado inicialmente bajo el título de El hombre nuevo), una de sus obras más conocidas, no es desde luego la mejor, pero sí una de las más divertidas y de las más accesibles para el público que habitualmente no consume este tipo de productos (y me estoy refiriendo a novelas gráficas, no a literatura homosexual, por supuesto).
El argumento no puede ser más hilarante: Axel está pasando una mala racha tras cortar con su novia. Tras fingir un suicidio acude a una reunión de un grupo de hombres que se reúnen semanalmente para hablar de sus problemas, grupo que casualmente ha invitado a un homosexual de la pequeña ciudad donde viven para poder tener un punto de vista radicalmente distinto al suyo en sus conversaciones (más bien monólogos sobre lo desgraciados que son y lo poco que saben de las mujeres). Walter, más conocido por la comunidad gay local como Waltrina, cae rendido ante la masculinidad del embrutecido Axel, y acaba invitándolo a una fiesta, a la que Axel finalmente acude en la que es su primera experiencia dentro del ambiente. ¿O no es su primera experiencia, después de todo?
König maneja en esta obra un humor bastante más sutil que en otras ocasiones. La novela tampoco es especialmente explícita, y en ella salen mal parados tanto los homosexuales como los heterosexuales: todos son dignos de risa, todos son ridículos a su manera. Las relaciones de pareja entre heteros son tratadas con la misma guasa que la supuesta promiscuidad gay, dando lugar a una obra divertidísima que gustará incluso al que nunca se habría planteado leer algo así.
No es, como ya he dicho, la mejor obra de König. Otras novelas gráficas suyas como Super Paradise, en la que aborda el tema del SIDA y la problemática de relaciones de pareja estables entre homosexuales, se me antojan, además de más adultas, mucho más profundas e interesantes, aunque debido a lo explícito de muchas de sus escenas no son aptas para espíritus sensibles o retrógrados (no, no son palabras sinónimas). También habría que señalar a Lisístrata, una divertida obra en la que las mujeres de Esparta y Atenas, hartas de las guerras de sus hombres, inician una huelga de sexo que tendrá consecuencias catastróficas.
Muchas obras de König han sido llevadas al cine, por ejemplo El hombre deseado y Lisístrata. Yo aconsejaría acercarse a la obra de Uwe Boll, cineasta infame donde los halla, antes que a estos engendros que para nada reflejan el virtuosismo humorístico del autor alemán. Lisístrata en concreto, de factura española y protagonizada por Maribel Verdú (¿en qué estaría pensando al aceptar el papel?), es una de las peores adaptaciones de un cómic a la pantalla de la historia. König, por cierto, está de acuerdo con esta aseveración.