En Lecturalia ya hemos hablado con anterioridad de esta escritora alemana, un verdadero fenómeno de superventas por todo el mundo y que acaba de asomarse a nuestras pantallas gracias a la primera adaptación de sus novelas: Corazón de tinta.
Cuando ves una película destinada al público juvenil nunca sabes lo que te puedes encontrar. Existen verdaderos tostones basados en libros decentes -como Las Crónicas de Narnia, sin ir más lejos- o adaptaciones preciosistas como Coraline. ¿Dónde meter a Corazón de tinta en todo esto?
En mi opinión, la película funciona a varios niveles, pero siempre del lado juvenil. Eso quiere decir que tienes que hacer un ligero esfuerzo al principio de la película por situarte en la historia, pero luego todo fluye de una manera correcta. Además, carece de la moralina constante de otras películas recientes como City of Ember que acababan por lastrar una idea más que correcta.
En Corazón de Tinta se aprovecha a la perfección la idea de Funke, se traslada de una manera correcta -que en estos días ya es decir mucho– el universo creado por la escritora. Los efectos especiales son adecuados, ni chirrían ni roban la historia, y hasta Brendan Fraser se aleja de sus papeles más histriónicos, aunque no puede dejar de ser él mismo, y eso para muchos ya es de por sí un obstáculo.
La historia es la misma, aunque con más protagonismo para el personaje de Fraser: Meggie niña de 12 años, hija de un encuadernador, acaba secuestrada por el malvado Capricornio. Meggie tiene el poder de sacar de los libros aquello que lee en voz alta, incluyendo personas o cosas. Luego todo son aventuras, problemas, crecimiento y valentía: lo que se dice un libro juvenil, vamos.
El director, Ian Softley, tiene una carrera con ciertos altibajos, pero que se mueve con facilidad entre géneros, ofreciendo siempre un cierto nivel mínimo. Suyas son películas como La llave del mal -una serie B de terror que no estaba mal-, K-Pax, incomprendida e incomprensible, o la favorita de las repeticiones de sábados por la tarde, Hackers, piratas informáticos, donde dio el salto a la fama un joven Angelina Jolie.
Es posible que a aquellos no interesados en las historias fantásticas o que esperen una aventura épica de considerables proporciones se sientan muy decepcionados. En realidad Corazón de tinta es una historia de andar por casa, con cierto regusto casero. A mi, personalmente, son las que mejor recuerdo me dejan.
Cornelia Funke
Corazón de tinta