John Belushi fue el cómico de más talento de toda una generación de actores americanos, pero por desgracia, ese mismo talento, esa fuerza que lo convertía en único, acabó lastrándolo hasta su misma muerte.
Cuando murió apenas tenía 33 años, se había convertido en una estrella de la televisión gracias al Saturday Night Live -aunque, y esto es un dato a tener en cuenta, el que se llevó el gato al agua del programa fue Chevy Chase-, ya había realizado varias películas y se lanzaba dentro del mundo de la música con la Blues Brothers Band.
Las películas fueron éxitos de taquilla, tanto Desmadre a la Americana -donde su papel de Bluto parece que acabó formando parte de su personalidad- como el Jake de los Blues Brothers -siempre encantador, siempre con una excusa, una mentira, un cigarrillo y una copa en los labios- y acabaron por hacer que Belushi, de algún modo, dejara a esos personajes tomar el control.
En su entorno nadie quería creer qué es lo que hacía, su adicción a las drogas fue tolerada y animada por muchos de sus amigos, que llevaban su mismo camino, nadie supo frenar la carrera hacia el abismo de Belushi que acabó en un cuartucho de mala muerte en Hollywood tras varios días de meterse todo tipo de sustancias en el cuerpo, incluso llegando a inyectarse heroína en vena, último tabú de los actores de la época.
Sin embargo, pese a todo, la viuda de John Belushi no aceptó que su muerte fuera producto de la propia autodestrucción del actor, así que contactó con Bob Woodward, conocido periodista coautor del famoso reportaje sobre el Watergate que acabó con Nixon, y le encargó rehacer las últimas horas de Belushi para conocer quién estaba con él , quién le dio las drogas, buscando alguien que cargara con la culpa de aquella muerte.
Lo que Woodward iba a convertir en una serie de artículos se convirtió en un libro –Como una moto [Global Rythm]-, una historia sobre el mundo de Hollywood y las drogas y de los últimos días de Belushi, reflejados casi minuto a minuto. Lo cierto es que no encontró ningún culpable directo, pese a la negligencia del cuerpo de policía de Los Ángeles en la investigación. El resultado es una historia triste pero que cuenta perfectamente una época que llegó a su fin con la muerte de Belushi, un hecho que marcó un antes y un después para toda una generación de actores.
Bob Woodward
Como una moto. La vida galopante de John Belushi