Para regalar en el día del libro no hace falta regalar novedades, libros de segunda mano o ediciones de lujo. Ni siquiera hay que regalar libros, al menos en el sentido más tradicional del término. El día 23 es la oportunidad para acercarte a tu librería favorita y salir con un buen puñado de cómics, tebeos o novelas gráficas, el término se lo pones tú, debajo del brazo.
Aquí os dejo mis recomendaciones…
Watchmen: El verdadero éxito de la temporada. Si no quieres liarte buscando un cómic, esta es la mejor solución que vas a encontrar, tanto si te gustó la película -ey, el libro es todavía mejor-, como si no lo hizo -ey, el libro es bueno-, como si ni siquiera te habías enterado del estreno -ey, este cómic es realmente bueno-. Alan Moore y Dave Gibbons dan lo mejor de sí en una historia que cambió la historia del cómic. O, al menos, eso dicen.
Camelot 3000: Barr y Bolland forman un tándem perfecto para contar una historia imposible. El rey Arturo despierta en el año 3000 para defender Inglaterra una vez más. Ahora, después de muchos años, se puede comprar la obra en formato libro, con su tapa dura, y a tamaño agradable. Toda una diferencia con la edición original que guardo en mi casa y que se cae a pedazos (Mea culpa, de todas formas)
Pascal Brutal: Iconoclasta, salvaje, lleno de mala leche y con un sentido del humor negrísimo. Así es el personaje creado por Riad Sattouf, que ha supuesto un éxito en Francia y que acaba de llegar a nuestro país. Historias cortas, duras, sobre el último macho verdadero de Francia y su problemas ligando con las mujeres, ligando con los hombres, fumando porros y buscando sus Adidas Torsion.
Hellblazer: Cualquier momento es bueno para empezar a leer Hellblazer. Incluso tras la marcha de Alan Moore, las aventuras de John Constantine son una de las series de tebeos más interesantes que han pasado por mis manos. La película –Constantine– era suave comparado a lo que puedes encontrar en las páginas de Hellblazer. Arriesga tu alma y échale un vistazo.
Ronin: Frank Miller es autor de obras consagradas como 300 o Sin City, pero yo me sigo quedando con Ronin, una historia en la que las obsesiones del autor con el mundo japonés no quedan pegadas con cola, aunque la historia se sitúe en el futuro cercano. Aunque el argumento se hace a veces algo farragoso, Ronin es algo diferente que leer de uno de los autores más encumbrados de los últimos años.