Terminada la contienda fraticida en 1939, empezó una etapa, conocida como Posguerra, que algunos historiadores han alargado hasta finales de los años sesenta y otros circunscriben tan sólo a la década de los cuarenta. Puestos a colocar fechas de forma aleatoria para delimitar un período marcado por la autarquía y el aislamiento internacional, se podría delimitar la Posguerra española entre el fin de la guerra, 1939, y el fin de la autarquía económica, 1959, sin olvidar que España fue admitida en la ONU, primer paso para acabar con el mencionado aislamiento. En el terreno literario esto nos llevaría a hablar de dos generaciones, la del 36 y la del 50.
La Generación del 36, o Primera Generación de Posguerra, fue definida por el escritor y crítico astorgano Ricardo Gullón, perteneciente a ella. Formarían parte de ella, según las directrices explicitadas por el leonés, todos aquellos escritores que ya publicaban más o menos asiduamente en el año de inicio de la contienda, sin olvidar su edad, los medios en los que publicaban, o la relación entre ellos. Muchos de ellos fueron afines al gobierno republicano, y se posicionaron claramente durante la guerra en contra del alzamiento fascista. Uno de los casos más llamativos es el de Miguel Hernández, combatiente republicano y poeta comprometido, que fue apresado por la policía portuguesa tras salir del país y entregado a las autoridades españolas, que lo condenaron a muerte. Por intercesión de varios intelectuales (como José María de Cossío) y del vicario general de la Diócesis de Orihuela, de donde era vecino Hernández, la pena capital fue conmutada por treinta años de prisión que nunca llegaría a cumplir. Preso en una cárcel alicantina, enfermó de tifus, bronquitis y tuberculosis y falleció en 1942 a los treinta y un años de edad.
Compañero suyo de celda en Alicante fue el dramaturgo alcarreño Antonio Buero Vallejo, también combatiente republicano. Tras ser liberado se convirtió en uno de los autores teatrales más importantes de la historia de la literatura española, aunque algunas de sus obras, de fuerte contenido social, no pudieron ser estrenadas debido al veto de la censura franquista.
El propio Ricardo Gullón también fue encarcelado tras la guerra acusado de colaboracionismo con el gobierno republicano. Aunque fue liberado de forma rápida, se le inhabilitó profesionalmente por un período de tres años.
Tres de los más importantes prosistas de la historia de España pertenecerían a esta generación: hablamos nada menos que de Camilo José Cela, Miguel Delibes y Gonzalo Torrente Ballester. Ninguno de los tres fue republicano, perteneciendo dos de ellos al menos (Cela y Torrente Ballester) al bando nacional: Cela, casi apasionadamente; Torrente Ballester, como mal menor.
Torrente Ballester, falangista por conveniencia (se afilió durante la guerra siguiendo el consejo de un sacerdote amigo de su familia), pudo desarrollar su carrera literaria con relativa comodidad, aunque tuvo, como casi todos los escritores de su época, múltiples problemas con la censura. En relación con él hay que hablar de Pedro Laín Entralgo, que en 1941 fundó la revista Escorial perteneciente a Falange Española. Fue una de las puntas de lanza de un movimiento que, desde la oficialidad franquista, intentó acabar con la falta de calidad (más allá de la alabanza al régimen y al caudillo) que poblaba las publicaciones de la época. El llamado “Grupo de Burgos” estaba compuesto, además de por él, por otros intelectuales como Luis Rosales, Luis Felipe Vivanco o Dionisio Ridruejo.
A la Generación del 36 siguió la del 50, autores que se autodenominaban “hijos de la Guerra Civil”. El existencialismo de la anterior generación da paso al realismo social y al intimismo, dando importantes poetas como Ángel González, Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente o Francisco Brines. En prosa, la pujanza de la novela social fue definitiva para conformar una literatura que, a media voz, hablaba de las penurias de un país asolado y empobrecido a través de escritores tan válidos como el propio Cela (con la famosa novela La Colmena), Luis Martín-Santos, Juan Goytisolo, Luis Romero o Josep Maria Castellet.