En esta época del año en que las calles de muchas ciudades y pueblos se ven inundadas por penitentes y capuchones morados, la televisión se llena de películas de romanos y observamos la penitencia y muerte mientras nos ponemos hasta arriba de buñuelos, torrijas y bacalao, y la resurrección con una mona en una mano y la cometa en la otra, parece que sería un buen momento para fijarse en la literatura con fondo o forma espiritual.
Se quejan algunos de que Dan Brown y sus clones, con sus novelas pseudohistóricas a base de conspiraciones eclesiástica han hecho mucho daño, no sólo a la literatura sino a la idea de religiosidad. Aunque no acabo de entender esta postura, que me parece similar a acusar a los libros de cocina fácil en microondas de la crisis de la alta cocina, parece que si hay un repunte de literatura espiritual, entendida como espiritualidad católica, donde también tiene cabida la novela histórica pero en la que en lugar de conspiraciones se retoma el clásico tema del viaje de héroe con su correspondiente epifanía.
Esta corriente que ha sido bautizada por algún medio como anti Dan Brown, se ve como una continuación de las novelas de Cherteston o Graham Greene en cuanto a la posibilidad de repensar la religión y la idea de Dios. Si continúan por la misma línea en cuanto a calidad nos parecería perfecto, pero mucho nos tememos que se trata, al menos en su faceta histórica, de aprovechar el tirón dado al género por los denostados clones de Brown.
El libro que se pone como ejemplo de este movimiento, La cabaña del canadiense William Paul Young, no es, en cambio, literatura histórica sino que se trata de un relato de superación del rencor tras una desgracia y que, según el autor, puede servir para cualquier cultura o religión, lo que, a falta de leerme el libro y, por tanto, con toda la cautela y posibilidad de equivocarme, me recuerda más a la espiritualidad new age que a la católica.
Lo que llama la atención, es la forma en que repiten mil veces la consigna de que la espiritualidad no está de moda o que Dios está denostado presentándose como damnificados del postmodernismo o algo así. Aunque está claro que se trata de una campaña publicitaria (sino no se entiende que tengan que hablar de Brown en cada entrevista, como si fuera el primero en escribir sobre conspiraciones) no deja de ser un poco irritante.
Mientras esperamos a ver si este movimiento es una simple treta publicitaria que mezcla autores y libros dispares, se acerca más a Coelho que a las catacumbas del Vaticano o, simplemente, se trata de literatura, y mientras no haya un repunte de la literatura espiritual basada en los jedis, nos quedamos con el padre Brown y vamos preparando el estómago para la pantagruélica Semana Santa.