Charles Bukowski, nacido en Alemania aunque emigrado a los EE.UU. con tres años, tuvo una infancia dura. Su padre le maltrataba, tenía problemas de timidez y adaptación y su único refugio era la lectura.
Charles Bukowski se vanagloriaba de no haber escrito su primer poema hasta los 35 años, después de un paréntesis de una década en la escritura, desencantado con el mundo editorial. Durante esa época trabajaba como cartero, y bebía, bebía mucho. También se casó, se divorció, tuvo una hija, se volvió a casar. Y siguió bebiendo. También consiguió un contrato editorial bastante peculiar con Black Sparrow Press: 100 dólares al mes de por vida a cambio de escribir. Así apareció su primera novela “El cartero“, eligiendo, como él decía, morirse de hambre y ser escritor, antes que volverse loco.
Su estilo es directo, sucio, casi doloroso, autobiográfico en muchas ocasiones. El autor reivindicaba la figura del escritor italoamericano John Fanté como su principal influencia, cosa que le hacía poca gracia al creador de Bandini. Para sus novelas, Bukowski también creó un alter ego, Henry Chinasky, mujeriego, inconstante y, como no, bebedor.
Hoy hace 15 años de la muerte de Charles Bukowski que murió a la sorprendente edad de 73 años: todos, incluido él mismo, pensaban que tenía que haber muerto muchos años atrás.