A mediados de los años 80, el autor británico de ciencia ficción K. W. Jeter buscó un término con el que definirse a sí mismo y a un grupo que incluía a autores como Tim Powers, James Blaylock o al mismísimo H. G. Wells. En una carta dirigida a la revista Locus, que apareció en la edición de abril en 1987, utilizó la palabra “steampunk” para referirse a este estilo literario que conjugaba tiempos pretéritos (frecuentemente la era victoriana inglesa) con artefactos derivados de una evolución alternativa del “ordenador” inventado por Charles Babbage y otros engendros mecánicos que sobrevivían a base de vapor, carbón y relojería, en contraposición a la presente electricidad, el petróleo, la energía nuclear, etc.
Así, el steampunk es un género derivado de la ficción especulativa, similar en cierto modo al cyberpunk, donde la ucronía alcanza un nuevo sentido al hallarse inmerso en un entorno de zepelines a vapor, avanzadísimos juguetes de cuerda y armas accionadas por mecanismos de relojería, todo ello en una época donde esto no tendría que haber pasado. Se trata de responder a la compleja pregunta de qué pasaría si en la época de la reina Victoria ya existiesen los teléfonos móviles, pero todavía fuera obligatorio llevar corsé. A nivel literario el género está vivito y coleando, hasta el punto de haber creado sus propios subgéneros (como el retrofuturismo). Suele dividirse entre obras que conciben el steampunk como ucronía, es decir, un constructo ficticio basado en la eterna pregunta de “qué hubiera pasado si…”, manteniendo un contexto histórico más o menos reconocible; y un marco narrativo fantástico, donde el estilo se mantiene pero habita en un mundo no humano o no reconocible como tal.
Al referirnos al origen del steampunk habitualmente nombramos a grandes cultivadores de la ci-fi de los 60 y 70: Keith Laumer, Ronald W. Clark o Michael Moorcock, pero también a obras emblemáticas y bastante más recientes como La máquina diferencial, de William Gibson y Bruce Sterling (que de hecho en el título hace referencia al “proto-ordenador” inventado por Babbage bajo el reinado de la reina Victoria), que fue nominada a principios de los 90 tanto al Nébula como al John W. Campbell, dos de los grandes premios de la ciencia ficción a nivel internacional. Frente al pesimismo distópico del cyberpunk, el steampunk muestra una alternativa optimista, aun enfrentada a los problemas típicos de una sociedad civilizada muy anterior a la nuestra (como pueden ser la peste, la miseria, la xenofobia, la represión y la falta de higiene). La trascendencia del género ha sido inmensa, el steampunk no se limita a la narrativa, sino que se extiende a la televisión, al cine (recordemos aquella Wild Wild West con Will Smith, basada en la serie de televisión homónima, que se desarrolla como “western steampunk”, rompiendo con la tradición del contexto victoriano británico; o La brújula dorada, adaptada de la serie de libros de La materia oscura de Phillip Pullman). Se han realizado numerosas creaciones para rol, para videojuegos y para cómic.
Pero esto no acaba aquí. Resulta que por determinada cantidad de dinero puedes comprar un ordenador steampunk, porque hay una serie de personas que se dedican a personalizar ordenadores modernos con diseños completamente innovadores de este género. También hay lámparas steampunk, escritorios steampunk, teléfonos steampunk y ropa steampunk (en cierto modo vinculado a las corrientes lolita y neovictoriana de la movida gótica), magníficos accesorios para decorar tu aspecto y hogar mientras escuchas a los Vernian Process (quienes hacen música steampunk) y reflexionas sobre la filosofía steampunk, una mezcla entre la postura punk/anarquista anti-sistema y una fe imborrable en el progreso humano. Por otro lado, hay una tendencia poderosa en la moda moderna hacia la bisutería y joyería steampunk que destripa relojes y armarios decimonónicos buscando piezas únicas con las que adornar anillos, pulseras y colgantes. Así que ya sabéis, casi mejor no tirar esa vieja y barroca mesita de noche heredada de la bisabuela, es posible que sea el epítome de lo fashion en determinados círculos.