Lawrence Durrell es uno de los autores ingleses más influyentes de la segunda mitad del siglo veinte, siendo su obra más conocida y lograda El cuarteto de Alejandría. La historia se centra en la ciudad griega de Alejandría en los años treinta y cuarenta, es decir, antes y durante la Segunda Guerra Mundial. Está compuesto por cuatro volúmenes, con un orden de lectura recomendado: Justine, Balthazar, Montoulive y Clea. En cada uno de ellos, cambia el punto de vista de la historia, que es siempre la misma menos en el último de los volúmenes, Clea, donde el tiempo avanza y se nos ofrece un desenlace que cierra el ciclo. En este juego que establece en el Cuarteto, una misma historia narrada por cuatro personajes, se puede ver un intento de plasmar la teoría de la relatividad en la literatura, tal y como nos cuenta el propio Durrell:
“Tres lados de espacio y uno de tiempo constituyen la receta para construir un continuo. Las cuatro novelas siguen este esquema”
En Justine, publicada en 1957, vemos como la relación de Justine con Darley y la aparición de la pareja compuesta por ella y su marido, el poderoso e influyente Nessim, le dan la vuelta completamente a su vida. También iremos conociendo al resto de los personajes de esta trama, como Melissa, la amante de Darley. Justine funciona perfectamente como novela única, pareciendo una historia completa cuanto cierras el libro, pero, tal y como descubres al acercarte a Balthazar, Justine es un trampa, un espejismo.
Un año después de la aparición de Justine, en 1958, se publicaron Balthazar y Mountolive. Balthazar, médico, cabalista, líder de una secta, comenta el manuscrito que Darley le ha enviado, rellenando lagunas, relatando puntos que Darley no conocía y complementando una parte de esta historia caleidoscópica. Una nueva capa en la historia y los personajes. Conocemos nuevos datos y parte de la idealización que Darley había hecho se transforma en algo más real y hosco, el propio Darley comienza a diluirse ante la figura de Pursewarden, personaje fundamental en la trama. Conoceremos más a la familia de Nessim, como su deforme hermano Naruz o la matriarca familiar, Leila.
En Mountolive, nos adentramos más en la historia, siendo el protagonista en esta ocasión es David Mountolive, embajador británico en Egipto que tuvo una relación cuando era joven con Leila, la madre de Nessim. En este libro la aproximación a la historia es más política, comenzando a entreverse cuales son los intereses reales de Justine y Nessim y haciendo una presentación bastante crítica de la diplomacia británica.
Por último en Clea, publicada en 1960, la joven pintora que aparece como una especie de nexo de unión entre el resto de personajes es testigo de cómo, al finalizar la guerra, los protagonistas recogen los pedazos de sus vidas como pueden. En Clea , Durrell nos ofrece el desenlace del Cuarteto, incluyendo, ahora si, el factor tiempo.
La ciudad de Alejandría es transfondo y personaje al mismo tiempo siendo la voz de Cavafis, el poeta de la ciudad, el hilo conductor. El Cuarteto presenta una visión de la ciudad que cautivó a muchos lectores y escritores que se acercaron a la ciudad griega buscando esa Alejandría eterna que no encontraron. Parte de la culpa de este encanto es la prosa de Durrell, densa y hermosa, muy visual y rica, lírica, con unas descripciones vívidas, tanto de personajes como de situaciones o paisajes.
Lawrence Durrell
El cuarteto de Alejandría