John Patrick Shanley es considerado por los vecinos del Bronx, que ya lo incluyeron en el Bronx Walk of Fame en 2004, como uno de sus más importantes paisanos. No el más famoso, desde luego, teniendo en cuenta a nombres como el guitarrista de los KISS “Ace” Frehley, el rapero Afrika Bambaataa, la escritora Mary Higgins Clark o el actor Danny Aiello (por no mencionar a los recurrentes Woody Allen, Al Pacino, Calvin Klein o J.Lo), pero sí uno de los que se hizo popular utilizando el Bronx como sujeto activo de su carrera como guionista, dramaturgo y director teatral y cinematográfico. Lo paradójico es que, si bien la mayor parte de su obra está ambientada en el barrio en el que creció, su único Oscar (hasta ahora, ya se verá si 2009 le tiene reservado alguna sorpresa) lo consiguió por un guión, el de la película protagonizada por Cher y Nicolas Cage, Hechizo de luna, que tomaba como trasfondo Brooklyn y no el Bronx.
No es el caso de Doubt: A Parable –La Duda-, la obra teatral que acaba de ser llevada exitosamente al cine y que cuenta una historia ambientada en un estricto colegio católico del Bronx durante los años 60. Aunque no es determinante para la historia, la pincelada social, más allá de la rigidez educativa de la directora de la institución en contraposición a las opiniones menos conservadoras del sacerdote protagonista, queda de manifiesto en el hecho de que acaba de ingresar el primer estudiante negro de la historia del colegio.
Ganadora de cuatro premios Tony y del Pulitzer a mejor pieza teatral, se estrenó fuera de los circuitos de Broadway en noviembre de 2004, en donde se puso de manifiesto de inmediato que tenía más que posibilidades de dar el salto a los teatros más importantes de Nueva York. Así, tan sólo cinco meses después de su estreno, pasaba al Walter Kerr Theatre, uno de los más pequeños de Broadway, en donde permaneció año y medio de forma ininterrumpida acumulando medio millar de representaciones. El Pulitzer fue el espaldarazo definitivo y la confirmación para Shanley de que aquella pequeña historia ambientada en su barrio en los años 60 (una constante, lugar y tiempo, de su carrera) podría llegar a funcionar también en la gran pantalla.
Porque, más allá de todo esto, el Bronx, así como escenario habitual en la obra de Shanley y de otros muchos escritores y cineastas nacidos allí, en él vuelve a reivindicarse como algo más que una amalgama étnica (irlandeses, italianos, dominicanos y afroamericanos enemistados entre ellos de forma continua) y un nido de delincuencia que desde allí se extiende, hacia el sur, por toda la gran manzana. El Bronx podría ser el corazón, ya no de Nueva York, sino de los Estados Unidos urbanos: un corazón formado por gente sencilla, por obreros blancos, negros y latinos, un lugar en el que el jazz se expandió como la pólvora, en donde se tocó buen rock en los garajes de familias católicas y la sopa primordial donde nació el hip hop. Por eso John Patrick Shanley es el prototipo de buen vecino del Bronx: ha podido, desde su posición, seguir alimentando la leyenda negra del distrito pero, en cambio, ha optado por dignificarlo contando pequeñas historias que podrían ocurrir en cualquier otro lugar de los Estados Unidos.
John Patrick Shanley