Llega otro año esa fecha que los enamorados adoran y los solteros desprecian, ese temible 14F donde las tiendas se llenan de corazones, peluches y bombones, las floristerías hacen su agosto y las discográficas ponen a la venta recopilatorios románticos. Como nosotros no íbamos a ser menos que las discográficas, recopilemos a continuación una lista de esos grandes clásicos románticos de la literatura universal (y algunas alternativas si éstos os tienen ya aburridos):
–Romeo y Julieta: El primer libro que acude a la mente con sólo pronunciar la palabra “amor”, Shakespeare recurre al pathos de la tragedia para dignificar la historia absurda de una relación amorosa aún más absurda. Dos familias enfrentadas, dos jóvenes enamorados, un amor imposible… Sólo un consejo: Si vas a tomarte una poción que haga pensar a todos que estás muerta para así poder escaparte de la ciudad con tu querido, acuérdate de avisar a tu chico. Proponemos una alternativa shakesperiana: Déjate seducir por el poder de los celos y la pasión, déjate arrastrar por la fuerza de Otelo.
–Cumbres borrascosas: Con un amor tan tempestuoso como el entorno en que se desarrolla, esta obra enlaza con maestría personajes histéricos, fantasmas y desolación tanto personal como meteorológica. Si tu corazón es demasiado frágil para soportar tanta emoción, recomendamos algo más suave y no por ello menos intenso, la fabulosa Jane Eyre, y todo queda en familia. Quien no se estremezca con las experiencias de Jane en el internado tiene un corazón de piedra, sabiendo además que dichas experiencias están basadas en los propios años de las hermanas Brönte en un internado, años que mermaron sensiblemente su salud y acabaron acelerando su muerte.
–Las amistades peligrosas: Un compendio epistolar que narra las desventuras amorosas de la alta sociedad francesa más fastuosa, lamentablemente su calidad e interés literario no se halla a la altura de su emocionante y esteta adaptación al cine de la mano de Stephen Frears. Intrigas de la alta y baja sociedad podemos encontrarlas a millares, pero si buscamos personajes fascinantes y complejos, qué mejor que La feria de las vanidades, de Thackeray. Becky Sharp es uno de esos personajes que se incrustan en el recuerdo y se niegan, tozudos, a marcharse.
–Veinte poemas de amor y una canción desesperada: ¿Quién no ha oído aquello de “Me gusta cuando callas porque estás como ausente”? ¿Ha habido alguna vez una forma tan elegante de decirle a alguien que cierre la boca? Es posible que algunos lectores conozcan ya este conjunto de poemas casi de memoria, y busquen alguna alternativa que no signifique tener que desempolvar los libros de Bécquer y Antonio Machado. Si Las flores del mal de Baudelaire son demasiado oscuras para su gusto, siempre pueden atreverse con romanticismo puro y duro (pero con elegancia) en los versos de Kavafis, Vicente Huidobro o el mismísimo Quevedo.
–El manuscrito carmesí: Hay muchas obras, históricas o actuales, que hablan de la Alhambra. El gran Washington Irving con sus Cuentos de la Alhambra, sin ir más lejos. No es necesario recurrir a Antonio Gala para leer fábulas ambientadas en Granada, por lo que El manuscrito carmesí no es una novela de lectura obligatoria, a pesar del sello Premio Planeta. Alternativa recomendada: La parte de atrás de una caja de cereales. Cierto que no es tan romántico y tiene poco que ver con el día de San Valentín, pero es más instructivo, sano y está mejor redactado.