Si, cambio de imagen radical, al menos en sus portadas y en la manera de venderse a un nuevo público.
Por lo visto, que Anne Rice y sus crónicas vampíricas hayan sido unos libros superventas, más todavía que los de Crepúsculo y Stephenie Meyer, no ha servido para que mantengan una identidad propia. La moda es la moda y las ventas en tiempos de crisis deben, cuanto menos, mantenerse.
Así vemos que la nueva edición en bolsillo de la famosa saga Crónicas vampíricas, no confundir con la saga de L.J Smith llamada así en castellano por la editorial -en inglés era Vampire Diaries– presenta un aspecto completamente renovado. Sus cubiertas son ahora clones del estilo que marcó Destino para Crepúsculo -ese fondo negro con un objeto de contraste rojo sangre- y el símbolo de la saga es… una mariposa.
Los libros de Anne Rice han pasado a ser literatura juvenil, aunque desde Zeta recalcan que son para los lectores que han ido creciendo con la saga de Meyer y ahora necesitan algo más adulto. Y tan adulto, diría yo. Aunque la señora Rice ahora se encuentra en una fase algo mística y escribe libros sobre la figura de Jesús, cuando empezó a escribir las Crónicas no era tan… puritana.
Hay una gran diferencia en los temas tratados por Meyer y Rice, tanto en el sexo como en la ambigüedad moral y ética de los personajes. Por un lado entiendo la necesidad de relanzar los libros, pero por otra parte me disgusta ver cómo se “crepusculizan” obras que no sería necesario tocar (sin entrar en la calidad de los libros).
Quizá de este modo intenten de paso avivar el recorrido de la saga vampírica que, sin películas en el horizonte, un claro declive en sus últimas entregas, y con la autora lejos de sus típicas novelas llenas de acción hombre-hombre, estaba en peligro de desparecer de la cultura popular.
¿Cuál será el siguiente paso? ¿Vender Carrie o El resplandor de Stephen King como novela juvenil? Desde luego, una portada negra y roja le quedaría que ni pintado al argumento del Carrie. Pero por lo leído últimamente, a King no creo que le hiciera demasiada gracia.