Kurt Wallander es uno de los personajes claves en la novela negra de finales del siglo XX. Inseguro y desbordado por la vida cotidiana, Wallander se nos muestra como un ser humano de carne y hueso, incapaz de sobrellevar lo que se espera de él como persona y a duras penas como policía.
Asesinos sin rostro [Tusquets, 2001] es la primera de las novelas escritas por Henning Mankell dedicadas a este personaje, y la verdad es que tarda muy poco en atraparte como lector. Sin duda, es el personaje de Wallander el que lleva todo el peso de la narración, aunque otros secundarios, como Rydberg, sean de gran importancia a la hora de completar la narración.
Asesinos sin rostro no es un libro para los amantes de la acción frenética. Mankell prepara sus libros de una manera desapasionada en la acción, pero en los que la violencia existe de una manera física y espiritual. El asesinato que da el punto de partida a Asesinos sin rostro es brutal. Sencilla y absolutamente salvaje. Mankell plantea la muerte como una gran experiencia pictórica. La violencia sin sentido, llena de rabia, es la que plantea la mejor sensación de angustia. El desconocimiento, el miedo a lo desconocido, planea por toda la obra.
En la misma línea, también hay miedo a los desconocidos, ya que el fantasma del racismo y de la pérdida de lo valores socialistas suecos es una de las constantes en el libro. Mankell analiza el cambio en la sociedad sueca, la incapacidad que sienten para asumir ese rol que toda Europa les había asignado, un liderazgo moral y ético que no había sido más que un sueño del que estaban despertando a toda velocidad.
Asesinos sin rostro trata esto y mucho más. Las relaciones interpersonales, sobre todo con el padre de Wallander, el propio divorcio del policía y su caída personal mientras trata de aguantar su trabajo, su vida y el contacto con una hija que empieza la serie de libros completamente alejada de su padre.
Peros a Asesinos sin rostro, pocos. Quizá una excesiva determinación en alejarse de las novelas enigma, manteniendo demasiado tiempo una investigación que por momentos se vuelve desesperante y luego dar una resolución apresurada. La verdad es que es una novela alejada de los tópicos y hasta la etiqueta de “Policía divorciado con problemas” es tratada de una manera diferente.
Sin duda una excelente manera de iniciarse en el universo de Wallander.
Henning Mankell
Asesinos sin rostro