El día 2 de Enero murió Inger Christensen, una de las poetas más importantes de Dinamarca y posiblemente de Europa.
De su obra conozco poco. Lo único publicado en España es una novela corta, La habitación pintada, y nada de su poesía. Como siempre, es posible que ahora que ha muerto se decidan a publicar aunque sea alguno de sus trabajos más famosos, como Det o Alfabet.
Personalmente, es el que tengo más ganas de leer. Christensen unía la poesía a las matemáticas, a la creación de engranajes líricos, perfectamente acompasados pero buscando precisamente que el ritmo, el compás, fuera protagonista en el propio significado del poema. Letras y ritmos.
Fue una de las eternas candidatas al Nobel de literatura y su nombre sonó en varias ocasiones para hacerse con el premio. En cambio, recibió el Premio Nórdico de la Academia Sueca, considerado por muchos El pequeño Nobel.
Dicen que cautivaba a la audiencia con su voz, que leía a la perfección y sabía como nadie dominar las pausas. Ahora sólo nos quedará su palabra escrita, su alfabeto, su ritmo.
Inger Christensen
La habitación pintada: Un relato de Mantua