300 lugares de verdad que parecen de mentira, de Sergio Parra
Confieso que me encanta lo que Philip K. Dick llamaría kipple; es decir, acumular objetos y conocimientos tal vez superfluos pero que te hacen desarrollar esa culturilla de crucigrama o de concurso televisivo que caracteriza a casi todos los frikis a los que conocéis. Recuerdo haberme pasado la infancia enganchado a libros de divulgación como los Dime quién es o Dime cómo funciona, en los que te ofrecían quinientas fichas con otros tantos perfiles bio…