Aunque haya monstruos atractivos y bien vestidos que inundan las estanterías de la literatura para jóvenes adultos (vampiros, hombres lobo, ángeles y demonios que satisfacen las fantasías de los lectores medios), últimamente el terror ha tomado una dirección muy definida.
Frente a la purpurina de chupasangres relucientes y licántropos de gimnasio, parece como si el género del horror necesitara resarcirse recurriendo a la bestia más desagradabl…